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12 JUL 2020

Uruguay conquistó la Copa América de Argentina venciendo a Chile en la final

Fue el domingo 12 de julio de 1987 en Buenos Aires. Compartimos el primer informe de #JulioCeleste elaborado por AHIFU en convenio con AUF  

Equipo de Uruguay que venció 1:0 a Chile en la final de la Copa América. Arriba, desde la izquierda: Eduardo Pereira, Obdulio Trasante, Nelson Daniel Gutiérrez, José Batlle Perdomo, José Luis Pintos Saldanha y Alfonso Domínguez. Abajo: Antonio Alzamendi, Gustavo Matosas, Pablo Bengoechea, Enzo Francescoli, Ruben Sosa y Alberto Ganeglus (K).

Documento de la época. Ingreso a la tribuna Belgrano del estadio Monumental de Núñez, con el ticket agregado para ingresar al sector de prensa construído en esta localidad. Partido semifinal de la Copa América entre Argentina y Uruguay.

La página de la revista 
Eleven de Japón ofreció a su lectores una amplia cobertura gráfica de la Copa América. Entre ellas ésta imagen del momento en que el capitán de Uruguay, José Batlle Perdomo, recibió el trofeo. Como se aprecia el mismo perdió su base la que quedó separada de la estructura de plata. Se observa a Ruben Sosa y Gustavo Matosas.

Portada de la revista argentina El Gráfico del martes 14 de julio de 1987. Antonio Alzamendi en primer plano con la Copa América luciendo la medalla de campeón otorgada por la CONMEBOL. A su derecha Antonio Domínguez y a la izquierda Nelson Peña, se suman al festejo.

 

JULIO CELESTE

Desde 1900 hasta nuestros días la rica historia del fútbol uruguayo tiñó de color cielo, muchas fechas del calendario que se transformaron en inolvidable recuerdo. Mojones de la gloria que atesora el pasado convirtiéndolo en trampolín que impulsa el provenir. En cada mes del almanaque un día pintado de celeste recuerda una hazaña. Y entre ellos aparece destacado Julio. ¡Julio celeste! ¡El mes de la mucha gloria celeste!

Siete días diferentes recuerdan episodios de triunfos logrados en la cancha por los futbolistas, técnicos y preparadores físicos, concebidos en los escritorios por  los dirigentes y empujados por la multitud de orientales en todo el país.

Uno de ellos representa el éxito de toda la nación, pletórica de esperanzas en el porvenir, uniendo el esfuerzo de los gobernantes, profesionales y trabajadores para dar vida a la monumental obra que significó el Estadio Centenario.

La disposición de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) con ánimo abierto para realzar y a la vez rememorar cada una de esas instancias, a través del convenio formalizado con la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguayo (AHIFU), comienza hoy el recuerdo de viejas emociones, con el convencimiento pleno de que la celeste... ¡siempre vuelve!

Las 8 fechas que recordaremos junto AHIFU serán:

12/7 - Copa América 1987
16/7 - Copa del Mundo 1950
17/7 - Campeonato Sudamericano 1916
18/7 - Inauguración del Estadio Centenario "90 años" (1930) 
23/7 - Campeón de América 1923 
24/7 - Campeón de América 1924
26/7 - Campeón Panamericano 2015
30/7 - Campeón del Mundo 1930


COPA AMÉRICA 1987


La Copa América de 1987 mostró, como quizás ninguna otra conquista celeste, la formidable capacidad de recuperación del fútbol uruguayo. Parafraseando a Miguel Hernández, el árbol talado -por eventuales derrotas o la permanente sangría de sus mejores jugadores- siempre retoña.

La Celeste, que venía golpeada del Mundial de México 86, tuvo un año más tarde el debut más exigente que se podía esperar, ante el campeón del mundo y en su casa. Sin embargo, allí comenzó el camino rumbo al décimo tercer título continental, que consistió en un viaje relámpago a la alegría: dos partidos en cuatro días, con dos goles a favor y ninguno en contra.

Uruguay había regresado a los mundiales luego de una ausencia de 12 años llevando un formidable plantel y las expectativas generadas con el triunfo en la Copa América de 1983. Sin embargo, entre polémicas y derrotas, la campaña en México 86 no resultó como se esperaba.

Cuando la Conmebol anunció para 1987 el regreso a la tradición de la Copa América en una sola sede, que fue Argentina, la selección uruguaya se preparó, como tantas veces, con escasez de tiempo y abundancia de problemas. Apenas tres futbolistas presentes en México aparecieron en el plantel del nuevo técnico, Roberto Fleitas: Nelson Gutiérrez, Enzo Francescoli y Antonio Alzamendi. Lo completaba un grupo de jóvenes con escaso recorrido internacional hasta entonces; varios de ellos obtendrían la Copa Libertadores el mismo año con Peñarol. Y aparecía Ruben Sosa, el joven prodigio surgido en Danubio que ya jugaba en Europa (Zaragoza).

El equipo se repitió en los dos partidos de aquella la Copa: Eduardo Pereira en el arco; la línea de cuatro con Alfonso Domínguez, Nelson Gutiérrez, Obdulio Trasante y José Pintos Saldanha; Gustavo Matosas, José Perdomo y Pablo Bengoechea en el medio; Enzo Francescoli un poco más adelante; Antonio Alzamendi y Ruben Sosa como delanteros netos. El plantel se completaba con Jorge Seré, Oscar Aguirregaray, Gonzalo Díaz, Enrique Peña, Eduardo Da Silva, ErardoCoccaro y Mauricio Silveira.

El sistema del torneo estableció tres series de tres equipos, cuyos ganadores avanzaban a la semifinal. Allí los esperaba el campeón vigente, que era Uruguay. El sorteo había determinado que si Argentina ganaba su grupo, sería el rival de los celestes. Y ya se dijo: era la Argentina de Carlos Bilardo pero especialmente de Diego Maradona, campeones del mundo en México. Por si era poco, se agregaba una nueva figura, Claudio Caniggia.

Mientras se desarrollaba la primera fase, Uruguay completaba su preparación entre dificultades,concentrándose en el local de los espacios interiores de la tribuna Ámsterdam del Estadio Centenario.

Tres días antes de viajar a Buenos Aires, el delantero Enrique Báez cayó enfermo de varicela. Existió el temor a un contagio masivo en el plantel, que felizmente no se dio. El sábado 4 fue la despedida, con un ajustado triunfo ante Argentinos Juniors en el Centenario.

Por fin se jugó con Argentina el 9 de julio, fecha patria local, una tarde de espléndido sol invernal en el estadio Monumental de Buenos Aires. Fleitas estableció el plan: una defensa bien plantada y rápidos contragolpes iniciados por Francescoli y finalizados por Alzamendi o Sosa. La parte más difícil del libreto era anular a Maradona, que estaba en su mejor momento. Se optó por una cobertura escalonada. Dio resultado, aunque fue imposible frenarlo del todo. Sin embargo, durante el primer tiempo se controló al rival sin mayores sobresaltos.

Cuando quedaba un minuto para terminar ese período apareció la oportunidad para un contragolpe profundo. Hubo una pared entre Sosa y Francescoli, Enzo llegó al área y casi cayéndose vio a Alzamendi que entraba en diagonal.  El pase llegó justo. Cuando salió el arquero Islas, Antonio colocó la pelota contra un palo. Y salió a gritarlo a la tribuna de atrás del arco, donde estaba un grupito de uruguayos que había identificado antes del partido, haciéndose la promesa de festejar con ellos si llegaba el gol.

En el segundo tiempo, Argentina fue por el empate con todas sus fuerzas. Los celestes, vestidos de blanco esa tarde, resistieron con determinación. Y cuando los avances superaron a la defensa, apareció Pereira con dos atajadas espectaculares, sobre todo ante un cabezazo del centrodelantero Juan Funes. Un ejemplo de que las grandes atajadas pueden pasar a la historia como los goles.

El 12 de julio se disputó la final ante Chile, que había protagonizado la mayúscula sorpresa del torneo al golear 4-0 a Brasil y luego había dejado afuera a la revelación, Colombia.  Ya había más hinchas uruguayos en las tribunas de la cancha de RiverPlate y se hicieron notar con su apoyo.

Pese a que el dominio del juego fue en general de los celestes, varias intervenciones demasiado fuertes de los chilenos los perturbaron, al extremo de provocar la reacción de Francescoli, expulsado en el primer tiempo. Bengoechea asumió entonces el liderazgo futbolístico del equipo. Y a los 11 minutos del segundo tiempo, suyo fue el gol del triunfo y de la vuelta olímpica. Fue un córner ejecutado por Sosa con “pierna cambiada” desde la punta derecha. Varios hombres saltaron en el área  por la pelota, que rebotó hacia la medialuna. Allí la esperaba Perdomo, quien sacó un derechazo recto. El arquero Rojas rechazó a medias, dejando todo servido a Bengochea para convertir.

Quedaba más de media hora tensa y friccionada, pero se mantuvo el resultado. Y el capitán Perdomo terminó mostrando el trofeo a un Monumental que ya era todo uruguayo.

Luego de la edición original en 1916, fue la segunda copa América ganada por Uruguay en Buenos Aires. Habría una tercera, lograda en 2011 tras final ante Paraguay. Es sabido que cuando el torneo se jugó en Uruguay, siempre fueron campeones los celestes.

La campaña de 1987 también tuvo el mérito del triunfo sobre Argentina de visitantes. En más de 80 años, solo se ganó el 23 de enero de 1937, 3-2 por la Copa América de ese año, en la hoy desaparecida cancha de San Lorenzo; el 25 de mayo de 1948, un 2-0 por la Copa Juan Domingo Perón en el estadio de Huracán, y aquella por la Copa América 1987. En la Copa de 2011 se eliminó nuevamente a Argentina, pero por penales, luego de haber empatado 1 a 1 los 120 minutos del encuentro.
 

Informe realizado por: Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguayo 
(AHIFU – Autor: Luis Prats / www.ahifu.uy)

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Los invitamos a ver la sección COPA AMÉRICA 1987 publicada en el sito web de AUF