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Sudamericano Sub-20 1975

El 26 de agosto de 1975, Uruguay obtenía su cuarto título de campeón sudamericano juvenil (categoría Sub 19 en aquel entonces, pero que cambiaría a Sub 20 en 1977, ya de forma definitiva) de un total de siete disputados, en este caso en el certamen desarrollado en Lima, Perú, desde el día 9.

 

Fueron seis los seleccionados que tomaron parte del torneo: además de la Celeste, comparecieron Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y el dueño de casa.

 

El formato no variaba de lo que ya era una costumbre: todos contra todos a una rueda resultando vencedor aquel que más puntos sumara.

 

PLANTEL. El de Perú fue un torneo de carácter extraordinario para el cual la Asociación Uruguaya de Fútbol designó a Walter Brienza como entrenador.

 

El profesional nominó el siguiente plantel:

Juan Acosta – River Plate

Julio César Antúnez – River Plate

Eduardo Belza – Peñarol

Miguel Berriel – Wanderers

Juan Ramón Carrasco – Nacional

Omar Daniel Correa – River Plate

Jorge Da Silva – Rentistas

Alfredo De los Santos – Nacional

Víctor Duque – Danubio

Washington González – Defensor

Juan Vicente Morales – Cerro

José María Muniz – Nacional

Ricardo Ortíz – Defensor

Darío Pereira – Nacional

Eduardo Pierri – River Plate

Hebert Revetria – Nacional

Eliseo Rivero – Danubio

Rodolfo Rodríguez – Cerro

Ruben Umpiérrez – Peñarol

 

De todos ellos, Antúnez, Ortíz y Revetria repetían de la edición de 1974 llevada a cabo en Chile, en la que la Celeste finalizó vicecampeona.

 

En ese campeonato, además, Revetria se había consagrado máximo goleador con ocho anotaciones.

 

En la previa, Brienza, en palabras al periódico “El Diario”, confiaba mucho en sus hombres y no dudaba al definirlos.

 

De Rodolfo Rodríguez señaló que tenía “muy buenas aptitudes”; Alfredo de los Santos lo hacía recordar “a los antiguos backs, tendiendo a ser un líbero y con mucha habilidad para irse al ataque”; Juan Vicente Morales había demostrado “ser de los mejores de los últimos tiempos junto al lateral. De buena marca y poseedor de un despegue magnífico para irse al ataque”; Darío Pereira había adquirido “ese estilo de `patrón´ dentro de la cancha”; Ricardo Ortíz era un futbolista de “reconocida calidad. Un número 5 con posibilidades de organizar y una de las figuras que han surgido como para tenerle mucha fe”; José María Muniz reflejaba “la técnica del clásico fútbol uruguayo”; Juan Ramón Carrasco presentaba el “estilo de los insiders de años anteriores, con grandes posibilidades de ser de los jugadores bases para un sistema de fútbol moderno”; Hebert Revetria se trataba de una de las “grandes esperanzas” para ocupar el puesto de centrodelantero de cara al futuro en la mayor; a Eduardo Pierri lo calificó como “jugador en toda la extensión de la palabra” y a Juan Carlos Umpiérrez lo resumió como un puntero izquierdo “rápido, goleador y guapo”.

 

EL TORNEO. La Celeste debutó el 10 de agosto ante Argentina con un empate en un tanto, con anotación, para variar, de Revetria.

 

De ahí en más, la base del seleccionado casi no variaría: R. Rodríguez; González, De los Santos, Antúnez, Morales; Carrasco, Ortíz, Pereira; Muniz, Revetria y Pierri.

 

El empate del estreno obligaba a obtener una victoria en el siguiente duelo ante Perú y así fue: un contundente 3-0 con goles de Revetria, Muniz y Ortíz.

 

Dos conquistas más de Revetria el día 13 sirvieron para sumar el segundo éxito en fila, esta vez ante Bolivia (2-1).

 

El día 19, el que en un principio podía significar un juego más en el calendario, se volvió de vital importancia. Sucede que Chile llegaba invicto, contando todos sus partidos por victoria y nada menos que habiéndose quitado de encima a Brasil (1-0) y Argentina (3-0), batiendo también al dueño de casa (2-0).

 

La lucha estaba planteada entre el ataque más poderoso encarnado en la figura de Revetria-scorer hasta ahí con cuatro dianas- y el arco incólume, con el arquero Oscar Wirth como sensación.

 

Fue un duelo muy parejo, en el que Rodolfo Rodríguez resultó pieza clave.

 

El 0-0 parecía ser una sentencia para los orientales puesto que los trasandinos se medirían ante la última clasificada del grupo, Bolivia, que no había sumado victorias.

 

En tanto, la Celeste iría ante Brasil que, si bien es cierto, había realizado hasta ahí una pésima campaña, no dejaba de representar un cotejo clásico.

 

Sin embargo, pasó lo impensado: Chile no pudo doblegar a una aplicada Bolivia (0-0) y Uruguay sacó nuevamente la cara tras vencer a los norteños por 2-0 con anotaciones de Carrasco y Revetria.

 

Así, ambos combinados terminaron en la cima de la tabla con ocho unidades, producto de tres triunfos y dos empates y con el mismo saldo a favor: +6.

 

Aquello determinó que una final entre charrúas y trasandinos fuera necesaria para determinar al campeón.

 

LA FINAL. El 26 de agosto fue el día señalado.

La Celeste con su equipo base se puso en ganancia a los 17´ merced a un tanto de Umpiérrez. No fue un gol más, significó el primer tanto-y a la postre, el único-que recibió Chile en todo el torneo.

 

Los trasandinos igualaron en el complemento, a los 70´. El 1-1 no se modificó ni siquiera en el alargue y llegaron los penales, toda una novedad por aquel entonces para este tipo de definiciones.

 

Palma lanzó para la “Roja” en primera instancia, pero su disparo dio en el travesaño. “Tato” Ortíz no desaprovechó su chance y adelantó a los uruguayos. Vergara llegó obligado a marcar para el rival, pero Rodolfo Rodríguez se agigantó y le tapó su remate. Pierri no falló: 2-0 los charrúas. Luego fue momento del arquero Wirth, una de las máximas figuras del certamen hasta ese momento, pero lanzó afuera. Tuvo su revancha al instante, al detenerle el tiro a Carrasco. Bahamonde marcó para los trasandinos, pero el título quedó en los pies de otro de los cracks del Sudamericano: Heber Revetria, quien no dudó, convirtió (3-1) y le dio el muy festejado título a Uruguay.

 

Una vez más, la templanza de los orientales en momentos críticos fue fundamental para vencer a su rival y sumar un nuevo lauro continental.

 

DESTAQUE. Como en 1974, Revetria volvió a ser el máximo goleador de un Sudamericano juvenil, en este caso con cinco goles y a la par del brasileño Toninho.

 

El record de “Artimito” no era nada menor: en dos ediciones, había disputado 12 partidos y marcó nada menos que 13 tantos.

 

Plantel – Club – PJ (Goles)

Juan Acosta – River Plate – 1 (0)

Julio César Antúnez – River Plate – 6 (0)

Eduardo Belza – Peñarol – 0 (-0)

Miguel Berriel – Wanderers – 1 (0)

Juan Ramón Carrasco – Nacional – 6 (1)

Omar Daniel Correa – River Plate – 3 (0)

Jorge Da Silva – Rentistas – 0 (-0)

Alfredo De los Santos – Nacional – 6 (0)

Víctor Duque – Danubio – 3 (0)

Washington González – Defensor – 6 (0)

Juan Vicente Morales – Cerro – 6 (1)

José María Muniz – Nacional – 6 (2)

Ricardo Ortíz – Defensor – 6 (0)

Darío Pereira – Nacional – 5 (0)

Eduardo Pierri – River Plate – 6 (0)

Hebert Revetria – Nacional – 6 (5)

Eliseo Rivero – Danubio – 0 (0)

Rodolfo Rodríguez – Cerro – 6 (-3)

Ruben Umpiérrez – Peñarol – 4 (1)

D.T.: Walter Brienza