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Copa América 1983

Copa América 1983 – 32ª edición

Sede: Sin sede fija
Fecha: 10 de agosto al 4 de noviembre
Participantes: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela
Forma de disputa: Fase de grupos, Semifinales, Finales, partidos de ida y vuelta
Campeón: Uruguay
Vicecampeón: Brasil
Posición de Uruguay: Campeón
Goleadores: 3 – Burruchaga (Arg), Roberto Dinamita (Bra), Aguilera (Uru), 2 – Éder (Bra), Aravena (Chi), Dubó (Chi), Valderrama (Col), Caballero (Per), Malásquez (Per), Navarro (Per), Cabrera (Uru), Morena (Uru) Goleador de Uruguay: Aguilera (3)


El 1º de setiembre de 1983 estaba fijado el debut de Uruguay en la Copa América ante Chile en el Estadio Centenario. Se trataba de una nueva edición continental con sede rotativa. El seleccionado compartía grupo con Chile y Venezuela. Solo uno de ellos avanzaría a las semifinales del certamen.

 

El martes 14 de agosto, mientras la Celeste debutaba en el Panamericano de Caracas con victoria 1-0 ante Venezuela con gol de “Charlie” Batista de tiro libre, El País informaba que el goleador Fernando Morena había sido “convocado por (el entrenador Omar) Borrás”.

 

El jueves 18 de agosto, la Selección jugó un amistoso previo ante Ferro Carril Oeste de Argentina y resultó empate 0-0. Se vendieron 9.578 entradas en el Centenario, arbitró Ernesto Filippi y el combinado alineó a Rodolfo Rodríguez, Raúl Esnal, Eduardo Acevedo, Carlos Vázquez, Nelson Agresta, Washington González, Antonio Alzamendi, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Juan Muhlethaler y Luis Alberto Acosta.

 

 LA LISTA DE 25 DE LA COPA AMERICA

 

La AUF registró la lista de 25 jugadores para la Copa América y ocurrió algo curioso.

Venancio Ramos, suspendido por dos partidos, no fue incluido, pero cuándo se lo quiso utilizar en el tercer partido, la Confederación Sudamericana de Fútbol adujo que no había cumplido la suspensión por no haber formado parte de la lista de 25 futbolistas.

Conclusión: tuvo que cumplir nuevamente la suspensión de dos partidos. Al final, fueron cuatro ausencias de Venancio en aquella Copa América.

Los 25 inscriptos por Uruguay fueron: 1) Rodolfo Rodríguez  2) Walter Olivera 3) Nelson Gutiérrez 4) Néstor Montelongo 5) Nelson Agresta 6) Washington González 7) Luis Alberto Acosta 8) Jorge Barrios 9) Fernando Morena 10) Arsenio Luzardo 11) Wilmar Cabrera 12) Gustavo Fernández 13) Eduardo Acevedo 14) Víctor Hugo Diogo 15) Mario Saralegui 16) Carlos Aguilera 17) Raúl Esnal 18) Carlos Vázquez 19) Víctor Rabuñal 20) Jorge Villazán 21) Antonio Alzamendi 22) Julio Acuña 23) Alfredo De los Santos 24) Juan Muhlethaler 25) Eliseo Rivero.

 

VICTORIA EN EL DEBUT ANTE CHILE

 

El jueves 1º de setiembre de 1983 se inició el camino en la Copa América.

Los celestes comenzaron jugando con Rodolfo Rodríguez, Nelson Gutiérrez y Eduardo Acevedo, Néstor Montelongo, Nelson Agresta y Washington González, Wilmar Cabrera, Jorge Barrios, Fernando Morena, Arsenio Luzardo (luego sustituido por Mario Saralegui) y Luis Alberto Acosta (ingresó luego Carlos Aguilera).

“En gran noche, Uruguay debió golear”, tituló El Diario sobre aquella victoria en el debut por 2-1 ante los chilenos, con goles de Eduardo Acevedo al cierre del primer tiempo, y Fernando Morena de penal a los 20 del complemento. A 13 minutos del final, resultó expulsado el zaguero Nelson Gutiérrez.

“La actuación celeste arrancó la ovación de la tribuna”, escribió Atilio Garrido para el citado periódico.

“Morena en actuación notable”, añadió. Era el reencuentro del goleador con la Celeste. Fernando vivía su mejor momento en el combinado. Tres días después, aquella historia lamentablemente quedaría trunca.

La noche que nacía setiembre se vendieron 22.346 entradas. También nacía una ilusión, con mil contratiempos, pero ilusión al fin, que depositaría en la gloria a los orientales dos meses después.

 

LA FRACTURA DE FERNANDO MORENA

 

Hay un episodio de aquella Copa del 83 que nadie olvida: la fractura de Fernando Morena.

El domingo 4 de setiembre de 1983 amaneció luminoso y así permanecería. Uruguay debía jugar su segundo partido por la fase de grupos ante Venezuela, en el marco de un triangular dónde la victoria y la diferencia de goles podría resultar clave.

A los venezolanos los dirigía un entrenador uruguayo entrañable, que ganó enorme prestigio en aquellas tierras: Walter “Cata” Roque.

Sin el “Tano” Gutiérrez en la zaga, expulsado en el debut y suspendido por dos partidos, se anunciaba a Raúl Esnal como titular junto a Eduardo Acevedo.

El Estadio estaba repleto. Se vendieron 52.567 entradas y arbitró terna paraguaya: Gabriel González, Juan Francisco Escobar y Héctor Ortiz.

El público había vuelto al Centenario para apoyar a la Celeste, con el sueño de una segunda victoria y el amor correspondido con fútbol de Fernando Morena.

Uruguay alineó a Rodolfo Rodríguez, Raúl Esnal y Eduardo Acevedo, Néstor Montelongo, Nelson Agresta, Washington González, Wilmar Cabrera, Jorge Barrios, Fernando Morena (a los 72 minutos Carlos Aguilera), Arsenio Luzardo y Luis Alberto Acosta.

“Ganamos a Venezuela, perdimos a Morena”, titulaba la Revista Deportiva de El Día, reflejando la goleada 3-0 de los celestes, con conquistas de Wilmar Cabrera, Fernando Morena de penal y Arsenio Luzardo, dos minutos antes del “ drama”, como titulaba El Diario.

A los 25 minutos del segundo tiempo “sobre el sector de la América, casi en mitad de cancha. Morena recibe el esférico, toca en pared con Luis Alberto Acosta, a quien marca Antonio René Torres, que lo faulea, luego que el puntero ha devuelto ya la pelota a Fernando. Pero el venezolano sigue en su descontrolada carrera y va con la plancha, con la cara externa de su pie derecho, directamente a la pierna de Morena, que había llegado primero y tocado la pelota hacia adelante. Fernando cae. Amaga reincorporarse y se toma la cabeza con las dos manos, cayendo nuevamente hacia atrás. Corren los compañeros que están más cerca de la jugada. Los gestos son claros, inconfundibles. ESTA FRACTURADO”, decía la crónica escrita por Néstor Pallares, Alberto Schiavone y Luis Montañes.

“Morena fractura de tibia”, se escribió en el viejo tablero electrónico del Centenario y se exacerbaron los ánimos en la tribuna. Tibia y Peroné, en realidad.

En el mejor momento de Morena con la Selección, con pico altísimo de rendimiento, dos goles en sendos partidos, y con dos victorias de Uruguay, caía en el campo de batalla. El ídolo fracturado fue un golpe al mentón de la afición.

Morena se fue del campo de juego acompañado por Wilmar Cabrera, que le tomaba su mano, en una imagen que quedó firme por siempre.

“La pierna se le iba para todos lados”, confesó el kinesiólogo Alberto Ganeglus. “Gritaba que le dolía”, decía el camillero que lo transportó. 

Uruguay había vuelto a ganar, esta vez 3-0, sumaba cuatro puntos sobre cuatro, pero poco importaba.

 

CHILE GANA POR GOLEADA A VENEZUELA

 

Morena operado y de regreso a su domicilio.

El miércoles 7 de setiembre, en el tercer partido del triangular inicial de aquella Copa América, Chile recibía a Venezuela en Santiago.

Fue goleada 5-0 para los trasandinos con la presencia del técnico Omar Borrás en las tribunas. El resultado empezaba a complicar a los uruguayos, porque eran dos tantos más que los que habían marcado a los venezolanos, y para un eventual desempate por saldo de goles, podía dejarlos fuera.

 

DERROTA EN SANTIAGO

 

El tercer partido de la Celeste estaba marcado en Santiago, ahora de visitante ante los chilenos.

Ante la ausencia de Fernando Morena, y también la de Luis Alberto Acosta por suspensión, y sin poder contar aún con Venancio Ramos, el DT Borrás pensaba en una solución no contemplada al inicio de la Copa: la inclusión de Alfredo De los Santos como centrodelantero.

El domingo 11 de setiembre en el Estadio Nacional, a partir de las 19 horas, volvía a jugar la Celeste.

La novedad de Alfredo De los Santos no era la única. En la zaga seguía suspendido Nelson Gutiérrez, por lo que Borrás optó por incluir al veterano zaguero de Peñarol, Walter Olivera. Arriba, jugaría el joven Jorge Villazán, campeón Sudamericano juvenil dos años atrás en Quito.

Uruguay formó aquella tardecita en Santiago con Rodolfo Rodríguez, Walter Olivera, Eduardo Acevedo, Néstor Montelongo, Nelson Agresta, Washington González, Wilmar Cabrera, Jorge Barrios, Alfredo De los Santos (a los 70 minutos Carlos Aguilera), Arsenio Luzardo y Jorge Villazán.

Arbitró el argentino Teodoro Nitti.

“Faltó fútbol, también ideas”, tituló Abayubá Hernández en El Día.

Chile ganó 2-0, con conquistas de Dubó y Letelier, y pese a las dos victorias iniciales de Uruguay, lo dejaba comprometido en el grupo triangular. Había que golear en Venezuela y después esperar lo que ocurriera en el último partido entre chilenos y venezolanos, en tierra caribeña.

El partido de Santiago terminó con incidentes.

 

CUARTO PARTIDO: AMARGA VICTORIA

 

De Chile a Venezuela para jugar el cuarto y último partido del grupo inicial.

“La Única: un marcado de ciencia ficción”, titulaba El País el martes 13 de setiembre.

Hacía alusión a que era necesario golear ampliamente a Venezuela en Caracas para quedar a cubierto de una posible victoria de los chilenos ante los venezolanos en el último partido, y así clasificar a semifinales por mejor saldo de goles que los trasandinos.

El miércoles 14 de setiembre, El País informaba que luego del partido en Venezuela por Copa América, retornarían cinco futbolistas y un delegado hacia Montevideo, de forma tal que la delegación que viajaría para los amistosos en Escocia e Israel solo la compondrían 16 futbolistas.

El domingo 18 de setiembre era el cuarto y último partido de la Celeste en el grupo inicial, ante Venezuela en Caracas.

Uruguay jugó aquella noche con Rodolfo Rodríguez, Walter Olivera, Eduardo Acevedo, Néstor Montelongo, Nelson Agresta (a los 70 Alberto Santelli), Washington González, Carlos Aguilera, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Mario Saralegui (a los 58 Víctor Diogo) y Luis Alberto Acosta.

“Agónico triunfo, débil esperanza”, titulaba El Día sobre la victoria por 2-1 ante Venezuela, con goles de Alberto Santelli y Carlos Aguilera en el último cuarto de hora, descontando Febles para los locales.

A los 54 minutos fue expulsado Néstor Montelongo.

Así, Uruguay cerraba sus cuatro partidos en el grupo con 6 unidades y un saldo de goles de 3 positivo. Pero Chile, al que le restaba su último encuentro, tenía 4 unidades y un saldo de 6 positivo.

Conclusión: si Chile le ganaba a Venezuela en Caracas en el último encuentro del grupo, por cualquier marcador, clasificaba y dejaba eliminado a Uruguay.

Y la Celeste nada podía hacer. 

 

ALEGRIA EN ESCOCIA DE MADRUGADA

 

Uruguay viajó a Escocia para iniciar una mini-gira de dos partidos luego de cerrar el grupo ante Venezuela en Caracas.

Mientras tanto, Chile viajaba hacia Venezuela para jugar el miércoles 21 setiembre de aquel 1983 ante los locales, con la única exigencia de ganar a la selección que había acumulado derrotas para clasificar. 

El miércoles 21 de setiembre, la primavera alumbró para Uruguay.

En la tarde nuestra, por la diferencia horaria, se cayó ante Escocia en el Hampdon Town de Glasgow por 2-0.

En la noche venezolana, madrugada en Escocia, sucedió el milagro.

Chile no pudo con Venezuela, apenas alcanzó el 0-0 y Uruguay, a miles de kilómetros de distancia, festejó la clasificación.

Así lo contó Juan Ángel Miraglia en Mundocolor, quién estaba en la cobertura de la gira: “Algo casi increíble sucedió en el hotel donde se alojaba la delegación celeste. Faltando diez minutos para terminar el partido (el de Venezuela ante Chile), en la habitación del Patito Aguilera sonó el teléfono, lo que provocó que el jugador se despertara, y al atender, se encontrara con la grata sorpresa que era su padre, quién lo llamaba desde Montevideo. Luego de los saludos de rigor, Aguilera padre, acercó el aparato de radio al tubo con la transmisión de Lalo Fernández y el Dr. Da Silveira, directa desde Caracas, y así fue que el jugador de Nacional y la Selección pudo seguir emotivamente esos últimos minutos del juego entre Venezuela y Chile.

No termina acá la anécdota, pues alertados los acompañantes de lo que sucedía, se fueron despertando y acercando todos los miembros de la delegación a la habitación del Patito, que quizás por cábala, ¡les dijo que Chile iba ganando 1 a 0!

Jugadores, dirigentes y los técnicos, la mayoría en ropa de dormir, se quedaron silenciosos en la habitación, mientras Aguilera seguía oyendo el relato. El hecho que los descuentos se estiraran en el tiempo puso más nervioso al Patito, aunque no tanto al resto, convencidos que perdían la clasificación.

Sin embargo, al anunciarse el final con empate, Aguilera hijo comenzó a festejar, tanto fue así que se le cayó el teléfono de las manos, el que tuvo luego que recoger para saludar y felicitarse con su padre.

De tal manera curiosa, sin dudas, la delegación uruguaya en Escocia pudo enterarse al momento de ese final dramático pero luego, largamente festejado, incluso por lo que al principio no creían, y tomaron ellos el teléfono para convencerse que, ahora sí, el Patito no les mentía...”.

 

AHORA, SEMIFINALES

 

Ya clasificados, se viajó hacia Tel Aviv para jugar el segundo amistoso, ahora ante Israel.

Mundocolor daba cuenta que la “AUF pedirá al Polilla Da Silva para las finales”, abriendo el juego para que llegaran futbolistas desde el exterior para las semifinales de la Copa América.

Walter Olivera recordaba que “por clasificar, no se debe borrar con el codo lo hecho con la mano”, en declaraciones a Juan Ángel Miraglia desde Israel.

Con dos goles de Carlos Aguilera, el lunes 26 de setiembre se empataba 2-2 con Israel. Y se regresaba a Uruguay.

Antes de emprender vuelo, Venancio Ramos declaraba en Mundocolor: “No sé qué será de mi futuro; pero no quiero ni pensar”.

Un mes después, estaba enviando el centro para el gol del “Pato” Aguilera en Bahía, ante los brasileños.

 

BORRAS PIDE A ENZO

 

El jueves 29 setiembre, El País titulaba: “Llegó Uruguay y el técnico pide a Wilmar y Francescoli”.

Wilmar Cabrera había viajado para incorporarse al Millonarios de Bogotá luego del partido en Venezuela y Borrás solicitaba que volviera para los partidos de semifinales ante Perú.

Enzo Francescoli había sido transferido en abril de aquel año a River argentino y deambulaba en un primer año con muchas dudas, al punto tal que desde Argentina muchas veces apuntaban a que su contratación había sido un “error” de los “Millonarios”.

Pero con Borrás había sido clave en el torneo de la India a comienzos de 1982, cuándo el entrenador tomó la Selección Nacional, y el DT le tenía mucha confianza. Ante la fractura de Morena, el entrenador sabía que debía reforzar el equipo si quería ganar la Copa.

El martes 4 de octubre, El País titulaba: “Misión cumplida: Enzo en la selección”.

En viaje a Buenos Aires, el profesor Borrás y Juan José Rognoni, vicepresidente de la AUF, concretaron con Enzo Francescoli y con los dirigentes de River la cesión del volante para las semifinales ante Perú, y las eventuales finales.

Como nada es gratuito, debió contratarse un seguro por US$ 372.000 para asegurar al futbolista de eventuales lesiones.

 

NADA ES CAMPO DE ROSAS

 

En los días posteriores, el tema era la cesión de Wilmar Cabrera por parte del Millonarios de Bogotá. Télex va, télex viene, alguna llamada también, pero costaba concretar.

Paralelamente, se confirmaba la convocatoria para Walter Olivera, pese a haber sido transferido al Atlético Mineiro de Brasil. Había pedido pase, viajaba a Brasil, y retornaba, para ir hacia Perú con la Selección. Todo un periplo antes de integrarse al combinado.

Jorge Barrios, suspendido dos partidos por la expulsión en el amistoso en Escocia, quedaba al margen. Pero finalmente pudo jugar, porque interpretaciones reglamentarias lo habilitaron.

Rodolfo Rodríguez, lesionado, según titulaba El País el miércoles 12 de octubre, estaba en duda.

Finalmente, llegó el télex. Wilmar Cabrera autorizado por el Millonarios.

 

VICTORIA DE VISITANTE EN LA IDA

 

Llegó el día. El jueves 13 de octubre fue la ida de las semifinales de la Copa América ante Perú en el Estadio Nacional de Lima.

La Celeste jugó con Rodolfo Rodríguez, Nelson Gutiérrez, Eduardo Acevedo, Víctor Hugo Diogo, Nelson Agresta, Washington González, Carlos Aguilera, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Enzo Francescoli y Luis Alberto Acosta. Ingresaron Venancio Ramos por Acosta, y Mario Saralegui por Aguilera.

Fue una gran victoria. El gol de Carlos Aguilera a los 20 minutos del segundo tiempo marcó la diferencia para el 1-0 ante Perú. Victoria de visitante que dejaba a Uruguay en las puertas de la final de América.

 

¡CLASIFICADOS A LA FINAL!

 

El martes 18 de octubre, El País titulaba “Francescoli sentido y sometido a quietud”. “Si el volante evoluciona, juega el mismo equipo que ganó en Lima”.

El jueves 20 de octubre fue la revancha con Perú en el Centenario.

Un Estadio con 58.000 entradas vendidas, y con el argentino Arturo Ithurralde de juez, vio salir a la cancha con la celeste a Rodolfo Rodríguez, Nelson Gutiérrez, Eduardo Acevedo, Víctor Hugo Diogo, Nelson Agresta, Washington Gonzalez, Carlos Aguilera, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Enzo Francescoli y Luis Alberto Acosta. Otra vez los cambios fueron Venancio Ramos por Acosta y Mario Saralegui por Aguilera.

El “Indomable espíritu celeste”, como tituló El País, los llevó a la final de América.

Fue 1-1, con gol inicial de Malasquez a los 23 del primer tiempo, pero con igualdad de Wilmar Cabrera a los 4 del complemento, con gran cabezazo.

La “formidable moral y convicción de un team indomable”, como comentaba Juan Ángel Miraglia, puso al combinado otra vez en la definición de la Copa.

 

BRASIL, POR UNA MONEDA

 

Esta es otra de las anécdotas de la Copa del 83, que difícilmente se recuerden.

Brasil empató con Paraguay 0-0. En la revancha jugada en Uberlandia, y como también habían igualado en la ida en Asunción, la clasificación a la final se resolvió ¡con una moneda!

Lo insólito fue que la moneda cayó debajo de una mesa del Salón de Honor del Estadio, y algunos aficionados paraguayos que observaban el sorteo, creyeron ver el nombre “Paraguay” en la moneda y salieron festejando.

Jugadores brasileños rompieron a llorar en el instante en que la noticia fue divulgada por radios brasileñas, pero el responsable del sorteo, el boliviano Edgar Peña, se metió debajo de la mesa, y anunció que la moneda marcaba a BRASIL como finalista de la Copa….

 

LA PRIMERA FINAL EN CASA

 

Nada del fixture estaba definido de antemano. El sábado 22 octubre se anunciaba que había acuerdo para jugar la primera final el jueves 27, pero tanto uruguayos como brasileños querían ser locales en el partido de ida.

Estábamos a sábado y el jueves debía jugarse el partido.

El domingo se decidió. La ida sería en Montevideo y la revancha el 4 de noviembre en Bahía.

El hecho de llevar los encuentros hasta noviembre ponía en duda la presencia de Francescoli, Wilmar Cabrera y Walter Olivera, cuyas cesiones habían sido solucionadas, pero para el mes de octubre.

El jueves 27 de octubre, con anuncio de estadio repleto, se jugó la primera final. Escribimos “anuncio” pues hasta el día previo se llevaban vendidas 34.574 localidades, y aún quedaban entradas a la venta el día de partido.

Finalmente 58.714 entradas vendidas y terna paraguaya: Héctor Ortiz, Juan Francisco Escobar y Gabriel Escobar.

Los celestes con Rodolfo Rodríguez, Nelson Gutiérrez, Eduardo Acevedo, Víctor Hugo Diogo, Nelson Agresta, Washington González, Carlos Aguilera, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Enzo Francescoli y Luis Acosta.

Brasil con Leao, Marcio, Mozer, Leandro, China, Junior, 

Renato Portaluppi, Jorginho, Roberto Dinamita, Renato Federico y Eder.

Ingresaron Miguel Bossio por Aguilera y Venancio Ramos por Acosta en los celestes, y Tita por China en los norteños.

“Otra vez gritamos Uruguay”, título El País, porque Uruguay ganó 2-0 a Brasil.

 

INOLVIDABLES GOLES

 

Cada gol tiene su historia y son inolvidables.

A los 41 minutos, Enzo Francescoli puso la apertura de tiro libre.

Lo mágico de aquella conquista fue que Enzo ¡debió hacer el gol dos veces!

Porque en la jugada previa, convirtió el gol, pero el árbitro paraguayo Ortiz no concedió la ley de la ventaja por una falta a Acosta, y anuló toda acción señalando el tiro libre por la infracción. Que en realidad había sido penal y no tiro libre.  

El 10 celeste-utilizando el número 24 en la espalda- acomodó entonces la pelota en el piso, miró la barrera, y la tocó de chanfle por un costado del muro humano, clavándola en el ángulo izquierdo, bien arriba del arco de Leao.

¡Increíble! Dos por uno. Tuvo que hacer dos goles para que le convalidaran uno.

La segunda conquista fue de Víctor Hugo Diogo, a 10 minutos del final, también inolvidable.

Por todo. Por la “jopeada” de Diogo a dos brasileños en el inicio de la jugada, por la devolución perfecta del “Pato” Aguilera para el lateral celeste, por la definición final ante Leao.

Otro gol que quedó por siempre en la memoria del futbolero uruguayo.

 

FINAL, FINAL, ¡CAMPEONES!

 

El martes 1º de noviembre partieron los celestes hacia Bahía para jugar la segunda final. Se precisaba un empate para ser campeones. En caso de ganar Brasil, la Copa se definía en tercer partido en Asunción.

El País titulaba: “Ninguna seguridad que pueda jugar Wilmar”, porque el punta celeste había regresado a Colombia luego de la primera final para jugar con su equipo, Millonarios. El domingo tenía un partido clave ante el Junior y la segunda final de América era el viernes.

“Agua fría, piedras, macumba y carnaval soportan en Salvador los uruguayos”, titulaba en El Diario Atilio Garrido, desde tierra norteña, en la edición del jueves 3 noviembre.

Ese era el clima de la segunda final de América.

A Walter Olivera y Wilmar Cabrera los esperaban en la mañana del viernes 4 de noviembre, día de la definición.

El aeropuerto de Belo Horizonte estaba cerrado por intensas lluvias y el zaguero no había podido viajar.

En el caso de Wilmar Cabrera se lo esperaba a las 9 de la mañana del 4 de noviembre. “Está bien como para jugar”, informaba El Día. Agregaba que el futbolista viajaba junto al presidente de Millonarios, Hermes Tamayo, y a Eugenio Figueredo, quién había realizado las gestiones en Colombia para su cesión.

A las 21.30 horas del viernes 4 de noviembre de 1983, a la cancha.

En el Fonte Nova de Salvador, Bahía, ante 95.000 personas, y con el arbitraje del peruano Edinson Pérez,

Uruguay salió con Rodolfo Rodríguez, Nelson Gutiérrez, Eduardo Acevedo, Víctor Diogo, Nelson Agresta, Washington González, Carlos Aguilera, Jorge Barrios, Wilmar Cabrera, Enzo Francescoli y Luis Alberto Acosta. El DT, Omar Borrás.

Brasil con Leao, Marcio, Mozer, Paulo Roberto, China, Junior, Tita, Jorginho, Roberto Dinamita, Sócrates y Eder. El DT era Carlos Alberto Parreira.

A los 43, Careca ingresó por Roberto Dinamita. En Uruguay, al inicio del segundo tiempo, Venancio Ramos ingresó por Acosta y, a 7 del final, Miguel Bossio sustituyó a Aguilera.

Brasil ganaba con el gol de Jorginho a los 23, pero…. ¡pero siempre la celeste!

A 13 minutos del final, Carlos Aguilera, pequeño gigante, se elevó entre las torres de Marcio y Mozer y conectó el cabezazo triunfal. El centro de Venancio Ramos fue magnífico, poniendo otra vez su firma en una final, como en el centro de la Copa de Oro para Waldemar Victorino.

¡URUGUAY 1- BRASIL 1!

¡CAMPEONES DE AMÉRICA OTRA VEZ!

“Otra vez la gloria celeste e imponente festejo popular”, titulaba Juan Alfonzo en El País.

“Cualquiera puede hacer historia, pero solo los grandes la pueden escribir: ¡somos los mejores!”, agregaba, y destacaba a “un Diogo enorme, la gigantesca actuación de Barrios y la gran capacidad de reacción del team”.

“Esta vez la vuelta olímpica fue en Bahía coronando a Uruguay campeón de América”, titulaba El Día, y agregaba que “el cabezazo de Aguilera selló otra hazaña celeste en Brasil”.

¡Campeones!

¡Campeones de América!

En tierra extraña, con un pequeño que ganó en las alturas para imponer su cabezazo.

 

Material preparado por la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguay (AHIFU) - www.ahifu.uy

 

 

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