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Entre el 16 de abril y el 6 de mayo de 1977, se disputó en Venezuela la octava edición del Sudamericano juvenil de selecciones que, por 5ª vez en el global y por 2ª ocasión consecutiva tras el título en Perú 1975, obtuvo Uruguay.
Las sedes fueron Caracas, Mérida y Valencia.
El combinado fue orientado tácticamente por el profesor Raúl Bentancor quien, de esta forma, iniciaba otro nuevo gran ciclo celeste en juveniles.
De cara a aquel torneo que por primera vez pasaba a ser Sub 20 ya que anteriormente se había disputado en formato Sub 19, Uruguay presentó una generación de brillantes futbolistas quienes, poco después, comenzarían a tener actividad en la mayor como Fernando Alvez, Hugo de León, Víctor Hugo Diogo, Ariel Krasouski, José Hermes Moreira, Ruben Paz, Venancio Ramos, Eliseo Rivero y Mario Saralegui, entre otros.
De más está decir que se trató de un plantel de 18 muchachos cuya mayoría haría gran carrera en el balompié uruguayo y sudamericano.
Los seleccionados por Bentancor fueron: Fernando Alvez (Defensor), Alberto Bica (Cerro), Gerardo Caetano (Defensor), Hugo de León (Nacional), Víctor Hugo Diogo (Peñarol), Víctor Duque (Danubio), Daniel Enríquez (Nacional), Luis Fleitas (Nacional), Ariel Krasouski (Wanderers), Carlos Maynard (Nacional), José Moreira (Danubio), Amaro Carlos Nadal (Nacional), Ruben Paz (Peñarol), Venancio Ramos (Peñarol), Eliseo Rivero (Danubio), José Luis Russo (Huracán Buceo), Mario Saralegui (Peñarol) y Américo Silva (OFI).
Diogo fue elegido como capitán uruguayo.
El preparador físico fue Esteban Gesto, el médico Raúl Carbajal, el kinesiólogo Ailito Martínez, el utilero Juan Sosa, el cocinero Romeo Olivera, el administrativo José Marigliani, el presidente de la delegación Carlos Durán Ayala, y los dirigentes Fidel Russo y Jorge Rojí Echevarría.
La Celeste, que anteriormente había disputado una serie de encuentros amistosos entre los que destacó una goleada ante Tigre de Argentina por 4-1, integró el Grupo B del torneo junto a Argentina, Perú, Paraguay y Venezuela.
El estreno oriental se produjo el 16 de abril ante los argentinos en el estadio Misael Delgado de Valencia y, por más que mereció la victoria, Uruguay no pasó del empate a uno.
Bica adelantó a la Celeste en la primera mitad (27´), igualando Argentina, combinado en el que actuaba Diego Maradona luciendo curiosamente el número 9, en el complemento (49´).
Fue un juego en el que destacó, entre otros, Diogo jugando como volante por derecha, dominando su banda en ataque y defensa y controlando a Maradona.
Bentancor alineó a Alvez; Moreira, Russo, Enríquez, Rivero; Diogo, Duque, Krasouski; Bica, Nadal y Ramos. Este equipo ya venía actuando como titular desde los partidos de preparación, por lo que su funcionamiento estaba más que aceitado.
El juez fue el colombiano Velázquez.
La primera victoria llegó el 21 de abril en el Misael Delgado ante Venezuela, el local: 3-0, con tantos de Nadal (27´), Diogo (53´) y Krasouski (70´).
El once celeste fue el mismo que en el debut a no ser por el ingreso de Saralegui en lugar de Duque. En el segundo tiempo, entraron Fleitas y Caetano por Rivero y Nadal.
El equipo realizó una tarea brillante, destacando Russo, Saralegui, Krasouski, Nadal y, fundamentalmente, Venancio Ramos en la punta izquierda.
El 24 de abril, siempre en el estadio Misael Delgado de Valencia, se registró un nuevo empate, esta vez 0-0 ante Paraguay, alineando nuevamente los mismos futbolistas que ante los dueños de casa.
La Celeste logró avanzar al grupo final como segundo por detrás de los guaraníes, luego de imponerse 2-1 a Perú el día 27 con goles de Nadal y Rivero.
El empate sin tantos ante el gran rival del certamen, Brasil, el 30 de abril, dio paso a la apretada victoria ante el también duro Paraguay, con un solitario gol del centrodelantero Nadal el 4 de mayo.
A esas alturas, brasileños y uruguayos lideraban las posiciones con tres unidades, por lo que todo se definiría en la última jornada el día 6 de mayo.
A primera hora, los norteños dieron cuenta de los guaraníes por 3-1, sumando cinco puntos y una diferencia de goles de + 3.
Para ser campeones, los muchachos de Bentancor no solo necesitaban doblegar a Chile, sino que debían hacerlo por una diferencia mínima de tres tantos.
Haciendo gala de un gran estado físico y un convencimiento notable, los celestes golearon 4-0 con anotaciones de Ramos, en dos oportunidades, Nadal y Krasouski.
Dicha victoria les dio el bicampeonato sudamericano juvenil y la conquista número cinco en este tipo de certámenes desde su estreno en 1954. Posibilitó también la clasificación al Mundial de la categoría que habría de celebrarse en Túnez.
Aquello, además, dio un poco de alegría al pueblo futbolero oriental, que venía golpeado por la eliminación de la Selección mayor de la Copa del Mundo de Argentina 1978.
“Fue justo, hicimos mejor las cosas. (…) Exijo toque, rotación, desmarques, relevos. Es cuestión de encontrar los hombres adecuados y nada más. (…) Acá hay muchos triunfadores. Empezando por los jugadores, muchachos excepcionales, los dirigentes de acá y de allá, los colaboradores, el preparador físico, profesor Gesto, para mí una eminencia en lo suyo. Con todo llegamos a esto, que personalmente creo es el mejor equipo que se presentó”, dijo tras la consagración el entrenador Raúl Bentancor al periódico “La Mañana”.
Venancio Ramos fue la figura del campeonato y Nadal el goleador-a la par del brasileño Guinha- con cuatro festejos en seis duelos.
El certamen tuvo una curiosidad: no registró expulsados.
Homenajeados en 2018 por la Asociación Uruguaya de Fútbol, los integrantes de aquella delegación recordaron el logro.
“Con Bentancor y Gesto salías bueno o salías bueno, no había otra alternativa. Eran adelantados. Nos marcaron”, señaló Nadal, mientras que Diogo comentó: “hoy, uno se retrotrae a esos momentos donde hubo camaradería y sinceridad”.
“Nuestro sueño era jugar al fútbol, defender a nuestro país y más en el exterior, y lograr el objetivo. Cumplimos”, narró Ruben Paz.
“Uruguay estaba acostumbrado a competir y salir campeón y esa vez también se logró. Fue la satisfacción enorme de cumplir con nuestra meta: jugar el Sudamericano y traernos el campeonato”, añadió Krasouski.
“El grupo que se armó y la hermandad que existía entre todos los jugadores y el complemento que teníamos con el cuerpo técnico, hizo que se lograran cosas importantes”, finalizó Alvez.
Material preparado por la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguay (AHIFU) - www.ahifu.uy