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Por esta única vía, y en esta única vez, nos referiremos a este momento tan difícil: el de la desaparición física de Carlos Páez Vilaró.
Y lo hacemos en nombre de todos los futbolistas, integrantes de los cuerpos técnicos y funcionarios del Complejo Celeste que lo han conocido cuando nos visitó.
Carlos terminó su viaje por la vida. Ya no lo tendremos entre nosotros. Pero nos ha dejado sus cosas y sus ejemplos de vida: su arte, su voluntad que nunca claudicó, su energía, su sencillez y humildad, sus rasgos de identidad uruguaya y popular.
Lo evocaremos en cada cuadro suyo, en cada libro, en cada sol, en cada tambor, en cada talismán, en cada pelota, en cada gol uruguayo.
Hace poco tiempo concurrió al Complejo Celeste en ocasión de la presentación del mural que pintó y obsequió al todo el fútbol uruguayo y a la Selección Nacional en particular. Dio una charla y mostró un video que resume su vida y su obra a los futbolistas de la Selección Sub-15.
A la hora de los agradecimientos y los presentes, un futbolista que acompañaba al capitán que entregó los obsequios, muy espontáneamente y fuera del protocolo, dijo : “Carlos, gracias por ser uruguayo”