En el fútbol femenino de Sudamérica soplan vientos de renovación. Es verdad que la hegemonía de Brasil no parece estar en peligro, al menos en el corto plazo. Pero también es cierto que en los últimos años se han dado resultados que invitan a la reflexión, como el cuarto puesto de Colombia en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Alemania 2010 o las apariciones por primera vez en su historia de selecciones como Venezuela, Chile y Uruguay en fases finales mundialistas juveniles.
Para tal fin, FIFA.com dialogó en exclusiva con tres protagonistas sudamericanos de la especialidad, quiénes aceptaron poner en contexto tanto el presente de sus respectivas selecciones como la actualidad y el futuro de la región.
Ricardo Rozo (entrenador de todas las selecciones de mujeres colombianas):
“Brasil sigue por encima del resto, de eso no hay duda. Luego creo que, con humildad, aparecemos nosotros. Y no estamos tan lejos como antes: de a poco hemos roto con aquel paradigma del que el fútbol femenino brasileño es inalcanzable. Así lo marcan los resultados, más allá de que ellas siguen imponiéndose”.
Eva González (jugadora de la selección mayor de Argentina):
“Colombia ya venía mostrando cosas interesantes y ahora se ha afirmado, acercándose incluso a las brasileñas, que quizás no están creciendo al ritmo que podrían. A nosotras nos está costando mucho y atravesamos por un período de estancamiento. En líneas generales, siento el fútbol femenino está mejorando en Sudamérica. Hace unos años encarábamos los partidos con Uruguay y Chile sabiendo que les ganábamos, pero eso se acabó. No es que te juegan de igual a igual: ahora van y te ganan. Se nota que ahí hay una planificación sustentable”.
Los éxitos en juveniles de Uruguay y Chile
Si bien las chilenas y las uruguayas siguen sin disputar un Mundial de mayores, ambas obtuvieron resultados en la categoría Sub-17: mientras las primeras asistieron junto a Venezuela a Trinidad y Tobago 2010, las segundas representarán a la región en Azerbaiyán 2012. Allí llegarán como subcampeonas sudamericanas, un resultado que sorprendió tanto a Rozo como a González.
“Es entendible, si apenas habíamos ganado un partido en nuestras participaciones previas”, reconoce la seleccionadora celeste Graciela Rebollo. “A mi no me sorprendió tanto eso como el 7-2 del debut ante Ecuador. Resultados así se dan cada vez menos en Sudamérica, hay mucha más paridad. Ya no es como antes que un equipo terminaba goleado todos los partidos. Ni Brasil gana todos sus juegos por escándalo”, agrega.
Para la entrenadora de 43 años, que está a cargo de la sub-17 desde julio de 2011, las claves del éxito fueron dos: “Por un lado, resultó un muy importante formar un cuerpo técnico homogéneo, que trabajó a consciencia durante ocho meses. Yo no pedí una cierta cantidad de profesionales, pero la Asociación Uruguaya armó un grupo amplio, con un asistente, un preparado físico, un psicólogo, un fisioterapeuta y un médico. Por el otro, haber sabido aprovechar una muy buena generación de jugadoras”.
Rebollo también elogia el trabajo que, con sus juveniles, están haciendo Venezuela, Ecuador, Paraguay y Argentina, “la cual parece de a poco estar recuperando su lugar como potencia”. Rozo coincide en esto último con su colega uruguaya, argumentando que “no por nada Argentina se clasificó al próximo Mundial Sub-20 y colocó al Sub-17 en la fase final del Sudamericano”.
Los tres concuerdan que en materia de fútbol femenino, Sudamérica todavía está lejos de Europa, Norteamérica y Asia. “Quizás si se ampliaran los cupos para los Mundiales, como pasó con el Sub-17, uno podría tener una mejor medida del potencial de la región, pero hasta que eso no suceda, lo veo realmente complicado”, se sincera Rozo. Al respecto, Rebollo resaltó la importancia de contar con tres plazas, y no dos, para Azerbaiyán: “Cosas así sirven para potenciar los proyectos”. González, en cambio, elogió la organización de la Copa Libertadores. “Ese roce es muy útil para ver dónde está uno y dónde el resto”.
Para terminar, los tres volvieron a coincidir, palabras más, palabras menos, en que las barreras culturales se han roto, por lo que cada vez hay más mujeres que practican el deporte y juegan cada vez mejor. Para aprovechar este contexto, hace falta “apostar por los semilleros, mejorar la inversión en infraestructura, competir y poner en marcha planes a largo plazo”.