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Copa América 1956 – 24ª edición
Sede: Montevideo (Uruguay)
Fecha: 21 de enero al 15 de febrero
Participantes: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay
Forma de disputa: Única ronda, todos contra todos
Campeón: Uruguay
Vicecampeón: Argentina
Goleadores: 4 – Hormazábal (Chi), 3 – Escalada (Uru), Míguez (Uru), 2 – Labruna (Arg), Ramírez (Chi), Sánchez (Chi), Rolón (Par), Drago (Per)
Goleadores de Uruguay: Escalada, Míguez (3)
Desde el 21 de enero hasta el 15 de febrero de 1956, tuvo lugar en Montevideo la disputa del tradicional evento que con carácter extraordinario organizó la Confederación Sudamericana de Fútbol.
El motivo: homenajear a la Asociación Uruguaya de Fútbol por su 50 º aniversario, iniciativa ésta postergada desde 1950.
La capital uruguaya se preparó para recibir en el verano capitalino a las mejores selecciones del continente, como lo había hecho en 1942.
Si bien los partidos tuvieron lugar en horario nocturno, como en el antecedente citado, la novedad fue la presentación del Estadio Centenario con sus instalaciones remozadas y ampliadas con la construcción del tercer anillo de las tribunas Ámsterdam y Colombes.
La obra estuvo a cargo del Arq. José Domato, a la sazón ayudante del Arq. Scasso en 1930.
La presencia desbordante de público en los partidos decisivos, dio razón a la iniciativa, ya que en época de aforos más tolerantes y sin medidas de seguridad que limitasen la presencia de público, se estima que 80.000 personas asistieron al clásico rioplatense que definiría el torneo.
Luego del triunfo de Maracaná, la selección celeste había vivido momentos de auge y caída, no exentos de conflictos internos que mermaban el poderío del equipo en las justas internacionales.
La presentación de un equipo de muy buen nivel, aunque sin Schiaffino, se vio acompañada en los Panamericanos de 1952 (Santiago, Chile) de una performance irregular y el comienzo de conflictos con los rivales brasileños que se reiterarían en el transcurso de la década hasta el escándalo del Sudamericano de 1959 en Buenos Aires.
En 1953, hay problemas con la cesión de jugadores por parte de los grandes, no compareciendo al torneo continental jugadores de Peñarol y apenas tres de Nacional lo hicieron luego de la final del Uruguayo de 1952.
No fue una buena participación.
Ese año marcó la histórica victoria ante los ingleses y nos hizo soñar con la Rimet en propiedad que Suiza nos negaría un año después por obra y gracia de culpas propias.
Al volver Argentina a tener presencia en este tipo de competencias, gana con comodidad la Copa América de 1955 y nos somete a una goleada por 6 tantos a 1.
El compromiso en esta justa de 1956 era doble: mantener el invicto en casa que orgullosamente ostentamos en las Copas de 1917, 1923,1924 y 1942, y tomarnos cumplida revancha ante nuestros clásicos rivales, que nos habían superado durante casi toda la década del 40 y parte de la que corría en ese momento, en instancias similares.
La AUF designó como seleccionador único al dirigente Sr. Ignacio Bazzano y como DT al Sr. Hugo Bagnulo, actuando en la preparación física el Prof. Alberto Langlade.
El “vasco” Pedro Cea actuó oficialmente como colaborador.
Completaron el equipo el Dr. Homero Benavídez, el Kinesiólogo Carlos Abate y su ayudante J. Cortalezzi.
El plantel designado fue una “mixtura” de jugadores de los grandes (4 de cada uno) y de los equipos “chicos” de mayor destaque del momento.
Lo integraron: Alfonso Auscarriaga, Julio Maceiras, Washington Mangini, Oscar Daniel Melgarejo, Carlos Correa y Fernando Rodríguez (Danubio); Ladislao Brazionis, Roque Fernández, Pedro Rodríguez y J. Walter Roque (Rampla Juniors); Héctor Demarco y Luis Miramontes (Defensor); Luis Pírez (Racing); Carlos M. Carranza (Cerro); Javier Ambrois, Guillermo Escalada, Roberto Leopardi y Héctor O. Ramos (Nacional) y William Martínez, Víctor Rodríguez Andrade, Carlos Borges y Oscar O. Míguez (Peñarol).
Pactado el torneo al estilo de entonces, a una vuelta por puntos todos contra todos, el 21 de Enero abren el fuego Uruguay y Paraguay, con victoria celeste por 4 goles a 2.
Un gol de Míguez, dos de Escalada y uno de Roque, pusieron a la celeste a resguardo de cualquier sorpresa, descontando los guaraníes sobre el final con dos tantos consecutivos.
El DT parece tener definida una oncena titular que no sufriría grandes cambios a lo largo del campeonato: Maceiras, William y Leopardi; Rodríguez Andrade, Carranza y Miramontes; Borges, Ambrois, Míguez, Escalada y Roque.
Sin dudas, se contaba con una delantera de gran peso, con la novedad de la inclusión de Escalada como “10”, siendo que su posición habitual en Nacional era de extremo izquierdo.
Algo similar al caso de Borges, un puntero que le pegaba muy bien al balón y podía jugar por cualquiera de las dos bandas.
Ambrois y Míguez le daban al ataque el toque de calidad, complementando Roque con su juvenil temperamento un avance de alta clase.
Argentina debutó al día siguiente con la presencia del veterano Ángel Labruna como gran atracción y el aporte en la ofensiva de un crack que hacía su aparición: E. Omar Sívori.
Cucchiaroni y Ernesto Grillo, que brillarían luego en Italia al igual que “el cabezón”, aumentaban el nivel ofensivo albiceleste, que también contaba con Carlos Cecconato y el recordado “toco y me voy” Luis Pentrelli.
Nuestros vecinos vencieron a Perú ajustadamente 2 a 1 y la sorpresa la dio Chile el día 24 al golear a Brasil por 4 a 1.
Los brasileños venían con la DT de nuestro conocido Oswaldo Brandao y representados por un equipo de la Federación Paulista, que aportó jugadores de San Pablo, Santos, Corinthians, Palmeiras y Portuguesa, de primera línea en los equipos citados.
Nombres como Gilmar, Zito, Djalma Santos, Mauro, Jair Rosa Pinto, Canoteiro, Formiga, formaron parte de ese plantel que se recuperaría del tropiezo inicial sin volver a conocer la derrota.
De hecho, se anotó una victoria sobre Argentina y le restó el único punto que perdió Uruguay al igualar a cero con éste.
El 28 Uruguay vence a Perú 2 a 0 (Míguez y Borges) y el 29 comienza una serie de tres jornadas dobles.
La próxima presentación celeste es recién el 6 de Febrero ante Chile, que cae vencido en un partido complicado, cuya igualdad rompe Borges mediante un gol olímpico que se cuela entre las piernas del arquero chileno Escuti.
A estadio lleno se juega el 10 contra Brasil con la ausencia de Escalada, que lesionado, deja su lugar a Melgarejo.
Producida la ya citada igualdad a cero, los clásicos rivales del Río de la Plata se disponen a jugar el último partido el día 15, ante 80.000 espectadores.
Uruguay llega a la justa con 7 puntos, uno más que los albicelestes.
Ladislao Brazionis se había ganado la titularidad al sustituir a Leopardi en el primer partido.
El zaguero ramplense, de origen lituano, del barrio del Cerro y de poderoso físico, sería protagonista clave de esa “final” que no era tal desde el punto de vista reglamentario pero que sí lo era en los hechos.
Con esa salvedad, el equipo titular era el mismo que había tenido presente Hugo Bagnulo desde el inicio del Campeonato.
Con el arbitraje del paraguayo de Nicola, Uruguay presentó su once inicial con Maceiras, Martínez y Brazionis, Rodríguez Andrade, Carranza y Miramontes; Borges, Ambrois, Míguez, Escalada y Roque. En el transcurso del encuentro ingresaron Luis Pírez y Alfonso Auscarriaga.
Argentina puso en la cancha a Musimessi, Dellacha y Vairo; Lombardo, Mouriño y Gutiérrez; Pentrelli, Sívori, Grillo, Labruna y Zárate, sin cambios.
El legendario Guillermo Stábile estuvo en la Dirección Técnica.
Como todo clásico, fue un partido áspero, friccionado, que definió Ambrois sobre el arco de la Colombes a los 23 minutos.
Rodríguez Andrade despojó a Labruna y luego de pasar por Carranza y Míguez, el “Cotorra” habilitó a “Patesko” y éste definió sobre la marca de Gutiérrez y el inútil intento de cierre de Musimessi.
Como el gol de Zapirain en 1942, o este de Ambrois, también Rocha definiría la Copa en el mismo arco, venciendo a Antonio Roma en 1967 y prolongando con un tercer 1 a 0 consecutivo sobre Argentina, el invicto en casa de la gloriosa camiseta celeste.
Grandes festejos acompañaron el éxito, con podio e izamiento de pabellón patrio incluído.
Como el que triunfa conmemora, el que pierde se queja y esta no fue la excepción.
Desde un supuesto offside de Ambrois, hasta el juego rudo de Brazionis sobre Grillo, fueron motivo de reclamos por parte de nuestros rivales.
Lo cierto es que la prometedora delantera argentina, convirtió solamente cinco goles en otros tantos partidos, sin marcar en dos de ellos.
Y no menos cierto es, que el título de campeón pasó a formar parte del rico palmarés del fútbol uruguayo.
Material preparado por la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguay (AHIFU) - www.ahifu.uy