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El 23 de agosto de 1983, Uruguay conquistó un título que, desde que comenzaron a disputarse, le había resultado esquivo: los Juegos Panamericanos, que se celebran desde 1951.
La medalla faltante y largamente anhelada se cosechó en Caracas, Venezuela, de la mano del maestro Oscar Washington Tabárez, en una de sus primeras incursiones como conductor de un combinado nacional.
Sin embargo, el camino al título no fue sencillo.
EL COMIENZO. La Selección mayor se preparaba para la disputa de la Copa América de 1983 y, con el compromiso asumido para asistir a los Panamericanos (los orientales habían clasificado junto a Brasil y Argentina por haber finalizado entre los tres mejores en el Sudamericano Sub 20 del mismo año), el entrenador Omar Borrás designó como director técnico para la nueva aventura a Tabárez, quien era su ayudante tras haber trabajado en las divisiones formativas de Bella Vista.
Luego de un breve proceso de dos semanas de preparación, finalmente el entrenador designó al siguiente plantel:
José Luis Sosa (Nacional)
Mario Picún (Huracán Buceo)
Gualberto de los Santos (Wanderers)
Álvaro Pérez (Rampla Juniors)
José Alberto Batista (Cerro)
Juan Pedro Rabino (Progreso)
Abraham Yeladian (Danubio)
Santiago Javier Ostolaza (Bella Vista)
Vicente Rudy Rodríguez (Libre)
Ricardo Javier Perdomo (Nacional)
Daniel Carreño (Wanderers)
Luis Heimen (Sud América)
Carlos Larrañaga (Bella Vista)
Víctor Púa (Defensor)
Edgardo Martirena (Atlético Fernandino de Maldonado)
Aldo Azzinari (Defensor)
Julio Rivadavia (Sud América)
Miguel Angel Peirano (Peñarol)
El capitán fue el “Vasco” Ostolaza.
El preparador físico fue el Prof. Franklin Quiñones, el kinesiólogo Néstor Colamonicci, el utilero Mario Martínez y el presidente de la delegación, Enrique Bellomo.
EL TORNEO. Si bien Uruguay no partía, en la previa, como favorito, el plantel era por demás respetable y con muy buenos valores. Por ejemplo: Batista y Ostolaza contaban sobre sus espaldas con el título de campeón sudamericano juvenil de 1981 y había hombres de sólido recorrido por las canchas orientales más otros jóvenes de promisorio futuro.
El certamen constaba de tres grupos: dos de ellos contaban con tres seleccionados y, el restante, con cuatro.
En el Grupo 1 compitieron la Celeste, el local Venezuela y Bermudas; en el 2 Brasil, México y Argentina y, en el 3, Guatemala, Chile (concurrió en lugar de Bolivia, cuarto en el sudamericano juvenil Sub 20 de 1983), Cuba y Estados Unidos.
Los ganadores de cada uno de ellos, accederían a la siguiente instancia. Como Brasil obtuvo su grupo y era el vigente campeón de la edición 1979, pasó directamente a la final.
Los dos estadios que albergaron la competencia fueron el Brígido Iriarte y el Olímpico de la UCV (Universidad Central de Venezuela).
Uruguay debutó el 15 de agosto ante el dueño de casa en el Olímpico, bajo el arbitraje del argentino Abel Gnecco.
Tabárez mandó al campo de juego a José Luis Sosa; José Batista, Gualberto de los Santos, Álvaro Pérez, Juan Rabino; Santiago Ostolaza, Ricardo Perdomo, Luis Heimen (Abraham Yeladián); Daniel Carreño, Carlos Larrañaga (Víctor Púa) y Vicente Rudy Rodríguez.
El único tanto de la jornada fue obra de Batista a los 82´.
El primer paso había sido dado.
Dos días después, el 17 de agosto, la Celeste volvió a presentarse, en este caso ante Bermuda, sabiendo que una victoria lo colocaba en la definición del torneo.
Tabárez realizó algunos cambios y alineó en el Brígido Iriarte y con arbitraje del cubano Osvaldo Brea a José Luis Sosa; Juan Rabino, Gualberto de los Santos, Álvaro Pérez, Edgardo Martirena; Santiago Ostolaza, Ricardo Perdomo (Abraham Yeladián), Víctor Púa; Aldo Azzinari (Julio Rivadavia), Luis Heimen y Carlos Larrañaga.
Azzinari, a los 65´, estampó el gol para otro cerrado, pero justificado 1-0 ante poco más de 10.000 aficionados. Los uruguayos eran semifinalistas.
Para cumplir, Venezuela venció 3-2 a Bermuda, mientras que Brasil obtenía el Grupo 2 (dejando afuera a una Argentina con hombres de la talla de Jorge Theiler, Norberto Ortega Sánchez, Gustavo Dezotti y Juan Gilberto Funes, entre otros) y Guatemala, el 3.
Precisamente, los guatemaltecos fueron los rivales en busca de un lugar en la final el 21 de agosto, mientras los norteños aguardaban para la cita decisiva por su condición de campeones reinantes.
Para este duelo, Tabárez pudo contar en sus filas con Miguel Peirano, recuperado de un desgarro que lo había alejado del torneo hasta ese momento.
Precisamente, fue Peirano el hombre decisivo ya que marcó los tantos con los que la Celeste se impuso a su oponente para la victoria de 2-1 en el estadio Brígido Iriarte y con el arbitraje del estadounidense Angelo Bratsis.
Tras un primer tiempo sin festejos, Peirano anotó a los 48´ y 75´, descontando José Luis Bobadilla a los 79´.
Los once charrúas: José Luis Sosa; José Batista (Edgardo Martirena), Gualberto de los Santos (Abraham Yeladián), Álvaro Pérez, Juan Rabino; Ricardo Perdomo, Santiago Ostolaza, Víctor Púa; Vicente Rudy Rodríguez, Miguel Peirano y Luis Heimen.
FINAL. Con un Brasil descansado, quedaba el último paso a la gloria.
La cita fue en el mismo Brígido Iriarte el 23 de agosto con arbitraje del chileno José Lira y los uruguayos pudieron presenciarlo en nuestro país a través de la televisión.
Tabárez colocó en cancha a José Luis Sosa; José Batista, Álvaro Pérez, Santiago Ostolaza, Juan Rabino; Ricardo Perdomo, Abraham Yeladián, Víctor Púa; Vicente Rudy Rodríguez, Miguel Peirano y Luis Heimen (Edgardo Martirena).
El entrenador norteño, Gilson Nunes, alineó por Brasil a Hugo; Heitor, Everaldo, Guto, Jorginho; Édson Souza, Dunga, Neto (Adalberto); Helinho (Waldir), Marcus Vinícius y Paulinho.
Cuando apenas restaban 7´ de una brega pareja, Peirano recibió en la frontal, se quitó de encima a su marcador, ingresó al área y, con un potente derechazo, venció a Hugo para darle el esperado y merecido título a los celestes.
DESTAQUE. Con apenas dos juegos disputados, Peirano fue el goleador del certamen con tres tantos junto al guatemalteco José Bobadilla.
Con solo un tanto recibido, los orientales tuvieron la valla menos goleada del campeonato.
De los 18 convocados, Tabárez le dio minutos a todos sus hombres salvo a Mario Picún, el arquero suplente.