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Sede: Amsterdam
Cuatro años después de la resonante victoria de Uruguay en Colombes 1924 y la gira previa por España que totalizaron catorce triunfos de corrido, exhibiciones demostrativas de que el mejor fútbol del mundo se practicaba en el Río de la Plata, al llegar la cita olímpica de Ámsterdam el balompié rioplatense-con sus dos representantes- y el del cono sur al sumarse también la participación de Chile, asiste con la pretensión de confirmar que por esta parte del mundo había surgido un estilo de juego insuperable. Esa modalidad se basaba en el pase corto donde la pelota se jugaba “cortita y al pie”, como lo difundió Pedro Cea, el único futbolista que actuó en todos los partidos de Uruguay de 1924, 1928 y 1930.
LA PARTIDA
La delegación de la Asociación Uruguaya de Fútbol viajó desde Montevideo en el vapor Eubbé. “Empavesado y llevando al tope la bandera nacional” fueron recibidos en El Havre, expresa el informe oficial de los delegados de la AUF, cuya ruta seguiremos de aquí en más con transcripciones textuales entre comillas, para construir este relato que persigue la finalidad de ser fieles con la historia escrita por los testigos presenciales de nuestra Asociación: Dr. Félix Polleri, presidente; José G. Usera Bermúdez, secretario y Arturo L. Macció, tesorero.
En ese puerto francés a orillas del canal de la Mancha, disputaron tres partidos ante equipos locales, ganando 6-0, 9-0 y 8-1. “En el buen deseo de evitar una noche en París se resolvió viajar a Ámsterdam por vía marítima en el vapor Commewyne”. El 9 de mayo de 1928, la delegación se instaló en la ciudad de Velsen, a unos treinta minutos de Ámsterdam donde se realizaban los Juegos Olímpicos de 1928.
EL TORNEO
El sorteo de los partidos que realizó el Príncipe Consorte en presencia de las autoridades del Comité Olímpico de Holanda, de la Federación de Fútbol y de la FIFA con Jules Rimet, su presidente, “nos obligó a enfrentar en la primera rueda a un equipo fuerte como el holandés, que actuaba en su país, con un enorme público a su favor y una óptima preparación”. Cuatro años atrás, en Colombes, Holanda resultó en semifinales el equipo más difícil de enfrentar. Desde varios días antes se agotaron las entradas para el partido del 30 de mayo. Uruguay eliminó al equipo local con un 2-0 claro y justo.
“El segundo sorteo tampoco nos fue favorable, ya que nuestro team debió enfrentar a uno de los equipos favoritos del torneo, o sea el alemán, al que reconocíamos grandes condiciones, por haberlo visto actuar frente al team suizo”. El 3 de junio otro partido ante tribunas repletas “con la gritería ensordecedora de 20.000 alemanes que arribaron en trenes expresos”, Uruguay ganó 4-1 holgadamente. “La dureza del juego de nuestros rivales, inclinó a nuestro favor al público local y a los integrantes de las delegaciones extranjeras que presenciaban el partido”. El capitán Nasazzi y el gigante centre half Hoffman, de 1.90 metros de altura, chocaron varias veces. Para el próximo encuentro “la delegación debió prescindir del concurso del capitán del team Sr. José Nasazzi, ya que una lamentable incidencia (…) dio mérito a que el representante del C.O. Holandés, insinuara la conveniencia de prescindir del concurso de ese jugador”.
Un nuevo sorteo determinó “enfrentarnos a uno de los mejores ‘onces’ del certamen. Italia, de juego rápido y tecnicismo excelente y con una moral y un espíritu combativo admirables”. El 7 de junio en la semifinal, sin Nasazzi, Uruguay venció 3-2 clasificándose finalista para defender el título conquistado cuatro años atrás en el estadio de Colombes.
El tradicional clásico del fútbol del Río de la Plata que nació con el siglo XX, definiría el título en tierra holandesa. El mejor fútbol del mundo se jugaba en las orillas platenses. Así quedó demostrado en 1924. Así se ratificaba ahora por partida doble.
Las bolillas en el sorteo determinaron una ruta aliviada para los argentinos. Vencedores 11-2 de Estados Unidos, 6-3 de Bélgica y 6-0 de Egipto, llegaron a la instancia decisiva del 10 de junio más descansados y como favoritos. “La victoria no estuvo con nosotros, pero tampoco arriamos el pabellón, y podemos asegurar que de no mediar la lesión sufrida por el jugador H. Castro, la final del campeonato no debió aplazarse”. Con un hombre menos, aunque presente en la cancha visiblemente lesionado por no permitir cambios el reglamento, el empate 1-1 no se modificó. “Debemos dejar constancia de que este encuentro fue prorrogado por dos veces, sin que el score fuera modificado”. Jugaron los noventa minutos y dos prórrogas de treinta cada una. El campeón surgiría en una segunda final.
“Cómo se ganó el campeonato del mundo”, es el título del capítulo que comienza en la página 27 del informe oficial, donde se describen los dos partidos finales ante Argentina.
URUGUAY BICAMPEÓN DEL MUNDO
En Velsen “volvimos a vivir horas de ansiedad y angustia. El cansancio había entrado ya entre algunos de nuestros footballers. La delegación constataba con verdadera ansiedad que muchos de los footballers de nuestro once, no estaban ya en posesión de todos sus medios para intervenir en encuentros de esta naturaleza”. Ante esta situación los delegados decidieron realizar cinco cambios. Juan Píriz, Juan Pedro Arremond, Héctor Scarone, René Borjas y Roberto Figueroa ingresaron respectivamente por Lorenzo Fernández, Santos Urdinarán, Héctor Castro, Pedro Petrone y Antonio Campolo. “Se resolvió incluir a algunos jugadores que, si bien no eran los que se habían destacado por su juego, estaban en condiciones físicas superiores a los que habían actuado hasta entonces, algunos de los cuales habían insinuado el deseo de que se les reemplazara en la jornada final”.
El 13 de junio a las 7 pm comenzó el partido ante otra multitud que colmó el estadio. Uruguay ganó 2-1 con goles de Roberto Figueroa y el decisivo de Héctor Scarone (el para siempre recordado “Tuya, Héctor”, frase que salió de las entrañas de “Tito” Borjas al cederle el pase de cabeza que posibilitó el ajustado y preciso remate de sobrepique de Scarone, que le dio a la Celeste un nuevo lauro). “Nuestro team triunfó en ella, como había triunfado en las precedentes, y el título máximo de campeones del mundo, fue acordado al equipo que más méritos había hecho en el transcurso del certamen para merecerlo. A la movilidad del once argentino, más entero que el nuestro como consecuencia de los encuentros mucho más fáciles en que debió intervenir, se opuso una defensa de hierro, que, lo afirma vuestra delegación, difícilmente será superada, un ataque más sereno, más consciente de la labor que le estaba confiada y más positivo en sus remates”.
“El Gráfico”, reconocida publicación deportiva argentina, recordaría más de una vez: “Scarone nos quita Amsterdam”.
La Asociación Uruguaya de Fútbol mantenía en su poder el título de campeón del mundo obtenido cuatro años atrás en Colombes. Además, logró otra distinción que merece rescatarse del olvido para darle valor y significado a la misma. “Con asistencia de 26 instituciones afiliadas, se efectuó en los días 24, 25 y 26 de mayo, el 17 Congreso de la F.I.F.A. Me complazco en destacar –expresa el informe oficial en la página 29-, la justa designación del Dr. Enrique Buero, nuestro compañero de delegación, para ocupar un puesto de Vice-Presidente en el Comité Ejecutivo de la F.I.F.A. Esa designación honra a los países americanos que tendrán así un dignísimo representante dentro de ese alto cuerpo y honra a nuestro football por ser el designado uno de sus delegados”. La historia dirá que el Dr. Buero, quien obtuvo en 1923 en el Congreso de Ginebra la afiliación de la AUF al organismo rector del fútbol mundial, con esta nominación se convirtió en el primer vicepresidente no europeo en la historia de la FIFA.
De acuerdo a la publicación ORÍGENES DE LA COPA MUNDIAL DE LA FIFA del sitio Web de la FIFA:
La FIFA acordó en el Congreso de 1924 asumir la responsabilidad de la organización de los Torneos Olímpicos de Fútbol (1924 y 1928) tras ratificar la propuesta de que “a condición de que los Torneos Olímpicos de Fútbol se celebren de acuerdo con la reglamentación de la FIFA, esta última reconocerá este torneo como un campeonato mundial de fútbol”.
“Montevideo, 30 de julio de 1930.
Señor Presidente de la Asociación Uruguaya de Football.
Mi querido presidente:
El torneo por la Copa del Mundo termina en apoteosis. Mi pensamiento, en esajhora, evocó la bella jornada de 1924, en Colombes, totalmente semejante a la que acabamos de vivir, y donde por primera vez el equipo del Uruguay fue campeón del mundo.
Como hoy, un sol inesperado dominó la fiesta en el momento en que la bandera de la República Oriental fue izada a la cumbre del mástil olímpico, en medio de los aplausos de una muchedumbre igualmente alegre y entusiasta.
La continuación del éxito ha hecho de la historia de vuestro equipo nacional, una verdadera epopeya; ella os autoriza a grabar en vuestros emblemas, los tres nombres: Colombes, Amserdam y Montevideo, como se lleva sobre la bandera los nombres de las grandes victorias.
Pero, se trata aquí de torneos pacíficos, cuyo carácter y significación son fijados por el símbolo del apretón de manos que cambian los capitanes antes de la justa amistosa, leal y proba, a la cual van a entregarse los dos equipos.
Ya jugado el match, la amistad subsiste entre quienes no son ni vencedores ni vencidos, sino camarada unidos por un amor común al deporte y al juego leal.
Quiera Vd. Recibir, mi querido Presidente, con mis felicitaciones, la certidumbre de mi consideración muy simpática. Firmado: Jules Rimet, Presidente de la FIFA”.
Material preparado por la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguay (AHIFU) - www.ahifu.uy
En Ámsterdam comenzaba el segundo campeonato mundial de fútbol organizado por FIFA, en los Juegos Olímpicos con similares características a los de 1924. El Diario de Montevideo tituló de la forma que se aprecia en la reproducción, en su edición del 26/05/1928.
El entonces más importante diario de Buenos Aires, La Prensa, en su edición del 29/05/1928 escribió el siguiente primer párrafo en ocasión del debut de Argentina frente a Estados Unidos en el campeonato mundial de 1928 disputado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
El otro periódico de gran predicamento aún hoy en Buenos Aires, La Nación, en su edición del 30/05/1928, de esta forma reflejó en sus páginas la victoria de Argentina sobre Estados Unidos por 11 a 2.
Disputados los primeros partidos en el campeonato mundial de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, y a pesar de los difíciles rivales que superó Uruguay –al local Holanda y a Italia-, se advirtió que la final sería rioplatense. El 02/06/1928 en el popular diario Crítica de Buenos Aires, el prestigioso periodista argentino Palacio Zino tituló con esta pregunta su comentario.
Argentinos y uruguayos llegaron a la final del campeonato mundial de 1928 disputado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam y organizados por FIFA. El Diario de Montevideo del 07/06/1928, reflejó de esta forma un hecho que nunca más se repetirá: que dos países de América del Sur disputaran en Europa el título ecuménico del fútbol. La final demostraba que desde 1924 el mejor fútbol del mundo se practicaba en el Río de la Plata.
Edición del diario Crítica de Buenos Aires con la información del enviado especial a los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. El título es claro. Los que bailan tango son los jugadores argentinos Tarasconi y Cherro.
Chile compitió con su selección de fútbol en el campeonato mundial disputado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928. No ingresó a la grilla de quienes lucharon por el título al perder con Portugal, participando en la ronda consuelo. Los enviados especiales de El Mercurio, titularon de ésta forma la edición del 13/07/1928 día de la segunda final entre uruguayos y argentinos, forzada luego de haber igualado 1:1 la primera.
Al día siguiente, El Mercurio anunció así la segunda consagración de Uruguay en el campeonato mundial de fútbol organizado por FIFA en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
En Uruguay la segunda consagración de la celeste en el fútbol mundial generó el interés de las empresas y los comercios sumándose a la fiesta. La imagen pertenece a un anuncio publicitarios saludando a los campeones mundiales publicado en las páginas de El Diario en la edición siguiente a la victoria.
Texto de la carta enviada con fecha 30/07/1930 antes de embarcar rumbo a Buenos Aires, por el presidente de la FIFA, Jules Rimet, al presidente de la AUF, Dr. Raúl Jude.
RUMBO A 1930
El doble triunfo de Uruguay es fundamental para que en el Congreso siguiente, en Barcelona, la FIFA resuelva concretar su proyecto de campeonato del mundo exclusivo, asignando la sede a Uruguay debido precisamente a esos antecedentes, teniendo una participación muy decisiva el delegado argentino Dr. Adrian Beccar Varela, quien fallecería pocos días después. El Dr. Enrique Buero, transformado en amigo personal de Jules Rimet, es Vice-presidente de FIFA.
Cuando en 1930 Uruguay se vuelve a clasificar campeón, ésta vez en la Copa del Mundo de FIFA, Jules Rimet declararía “que resulta increíble que un mismo país obtenga tres veces consecutivas tan importante logro (carta a la AUF y declaraciones en la prensa).
Con el correr de los años Rimet y Delaunay se distanciarían. Y mientras Rimet se alejaría de aquella primitiva condición de los Juegos Olímpicos como campeonato mundial de fútbol, el hijo de Delaunay, Pierre, reivindicaría a su padre como creador de los torneos mundiales.
LOS DOCUMENTOS
En agosto de 2010, el Servicio de Relaciones Públicas de la FIFA publicó comunicados expresando que esos “dos torneos olímpicos fueron torneos precursores de la Copa del Mundo de alto valor deportivo y organizados por la FIFA”.
INFO PLUS publicó: “1924-1930. La FIFA acordó en el Congreso de 1924 asumir la responsabilidad de la organización de los Torneos Olímpicos de Fútbol tras ratificar la propuesta de que a condición de que los Torneos Olímpicos de Fútbol se celebren de acuerdo con la reglamentación de la FIFA, ésta última reconocerá este torneo como un campeonato mundial de fútbol”. Después la publicación resalta el gran éxito del torneo, la presencia de 60.000 espectadores en la final entre Uruguay y Suiza, la ratificación de la superioridad sudamericana en Amsterdam en la final entre Uruguay y Argentina y que el éxito de esos juegos “aumentó el deseo de la FIFA de disponer de su propio campeonato del mundo”.
Sobre esta cuestión existe una exhaustiva investigación llevada a cabo por el historiador deportivo franco-uruguayo Pierre Arrighi, de la cual hemos tomado gran parte de la documentación resultado de sus investigaciones expuestas en estas páginas, de la que rescatamos que en el diario nacional francés “Liberation”, el historiador de esa nacionalidad Didier Rey, con motivo de la semi-final de la Copa entre Uruguay y Países Bajos (en el mundial de 2010), escribió lo siguiente: “Cuando en 1930, dos años después de la victoria de Amsterdam, la Celeste le impuso otra vez su ley a Argentina en la final de la primera edición de la Copa del Mundo organizada por la FIFA, se consagró primer triple campeón del Mundo de la historia del fútbol en un lapso de tan solo seis años. Existía un acuerdo entre las FIFA y el COI y una victoria en los Juegos designaba de hecho al Campeón del Mundo”. Recogía muy posiblemente Rey una larga tradición del periodismo francés y del órgano oficial de su federación. Tenía precedentes y en 1944, veinte años después de los juegos de París, un gran periodista y dirigente francés, Maurice Pefferkorn, recordó aquél 9 de junio expresando que 55 mil espectadores se acercaron al Estadio de Colombes “al anuncio de que un título de campeón del mundo estaba en juego. Era una fiesta de coronación en la que se iba a consagrar al equipo nacional de ese pequeño país, Uruguay, desconocido de todos un mes antes y que se había revelado magistralmente a lo largo del torneo”. Igual recuerdo quedó aparentemente en la Federación Francesa, pues su encuentro con Uruguay en 2008, fue anunciado y publicitado como “el encuentro de las cinco estrellas”.
Un año después, al consagrarse campeón sudamericano Uruguay en Argentina, la página web de la FIFA publicó: “País menos poblado de la Conmebol con tres millones y medio de habitantes, Uruguay cuenta con una Copa América más que Argentina, mientras que Brasil ocupa el tercer lugar con ocho victorias, Después de los dos títulos olímpicos, que cumplían en aquél entonces las función de coronamientos mundiales (1924 y 1928), la Celeste ganó dos copas del mundo (1930 y 1950) en las barbas de sus poderosos vecinos…”
De todo lo expresado se evidencia que la FIFA, con la finalidad de congregar definitivamente a través de su organización al fútbol del mundo, al obtener del Comité Olímpico la concesión de organizar los Juegos Olímpicos de Fútbol, logró su objetivo de consolidar su institución como el ente rector del fútbol y que el gran mecanismo de atracción para lograrlo, fue considerar a los Juegos Olímpicos de fútbol como torneos mundiales. Los documentos expresan lo que se ha resumido y, más allá de que el tiempo diluya hechos y recuerdos, lo escrito en esa condición ha quedado. Uruguay es un pequeño país sin gran gravitación y más fácil hubiera sido el reconocimiento si la historia hubiese sido a favor de alguno de sus poderosos adversarios en las gestas mundiales. Pero, no obstante, la propia FIFA finalmente ha reconocido que lo que desde el principio se dispuso y después se pretendiera diluir: son episodios debidamente probados y que los torneos obtenidos tuvieron la función de “verdaderos coronamientos mundiales.
Esa historia de promoción de aquellos torneos olímpicos como gestas mundiales permitió la ampliación de la FIFA como institución, no pudiendo haber dudas que la aparición de Uruguay en los Juegos Olímpicos de París, agregado a la participación inmediata de Argentina con su fútbol extraordinario, significó un hito para la consolidación de la FIFA y de la organización de su primera copa del mundo. ¿A qué otro motivo se pudo haber debido la adjudicación de la primera sede de la Copa Mundial de la FIFA al desconocido y pequeño Uruguay? Se produjo con la decisión un gran avance al concretarse la ruptura entre la FIFA anterior anglo – belga y amateurista y la nueva FIFA francesa y universalista. Y lo fue de tal forma, que con el transcurso de los años la propia Federación Inglesa se integró al proceso.
Avance originado cuando atraído por ese mensaje universalista, la Asociación Uruguaya de Fútbol decidió participar en aquellos juegos olímpicos de 1924, organizados sobre la base de que su ganador sería reconocido como “campeón del mundo”, lo que le permite, agregado al triunfo siguiente en los Juegos de Amsterdam, lucir orgullosa cuatro estrellas en su camiseta oficial.
El gran triunfador que consolidó el poder de la FIFA a partir de 1921 cuando asumió la presidencia del organismo fue el francés Jules Rimet. Asistió a la primera Copa del Mundo organizada por la FIFA al margen del movimiento olímpico en 1930 en Montevideo. Un nuevo documento publicado en los diarios de Uruguay al otro día del tercer triunfo ecuménico logrado por el equipo vestido con camisetas celestes, deja en claro cuál era el pensamiento de Rimet sobre la jornada transcurrida.