Un día con las ghanesas
Tal vez, lo que se espera leer sobre una selección de fútbol está relacionado estrictamente a su desempeño en la cancha, a sus tácticas, cantidad de goles, y un sinfín de etcéteras. En este caso no voy a hablar de eso, ya que estos datos se pueden encontrar en Internet. Lo que quiero contarles es mi experiencia con este equipo el día que pasé junto a ellas.
El 19 de noviembre, fui a encontrarme con el equipo al Hotel Radisson Montevideo, y las esperé a que se suban al ómnibus que las llevaría al entrenamiento, para allí poder presentarme. La razón por la que elegí a Ghana para realizar este informe, fue para poder conocer -a primera vista al menos- a una cultura que creí muy diferente a la mía. Efectivamente, eso se vio reflejado apenas me presenté. Saludé con un beso a las mujeres, cuando ellos se saludan dándose la mano, tanto hombres como mujeres. De todas formas, esto no significó ningún problema. Subí al segundo piso del ómnibus para saludar a las jugadoras, que ya habían puesto “hiplife” a un fuerte volumen y tuvieron que bajar la música para poder escucharme. Luego me comentaron que es un género musical muy popular en Ghana. Eso parecía, ya que todas se sabían la letra de las canciones. Siempre voy a recordar sus caras de curiosidad mientras Laura, quién me había facilitado el contacto con ellas, les contaba la razón por las que yo estaba allí ese día.
A simple vista, no parecían jóvenes menores de 17 años, su complexión física hace que parezcan mayores. Pero cuando las vi interactuar entre ellas, me di cuenta que su espíritu era digno de chicas jóvenes: la forma en que se divertían, los chistes que hacían, la manera en la que interactuaron conmigo, sus risas.
Durante el recorrido hacia el entrenamiento en el Complejo Rentistas, estuve hablando con una de las jugadoras y líder del grupo, quién me contó que para muchas de ellas era la primera vez que salían de su país, y que realmente estaban muy emocionadas por estar en Uruguay jugando el campeonato. Llegaron haciendo chistes y muy dispersas, pero cuando dieron la orden de concentrarse, ninguna dijo una sola palabra más: al día siguiente disputaban contra Nueva Zelanda en el Charrúa, y debían estar preparadas.
Mientras sucedía el entrenamiento tuve una larga charla con el encargado de prensa del equipo, y respondiendo a todas mis preguntas, me contó muchas cosas sobre su país y sobre las chicas. Entre ellas, me dijo que eran el único equipo que aún no había salido a recorrer Montevideo ya que estaban focalizadas en su objetivo, entrenando y descansando. “Juegan al fútbol desde que son muy pequeñas, en las calles, así es como empiezan”.
También me comentó que ellas eran muy conscientes de que la gente en su país estaría atenta a sus resultados, y que el hecho de que hayan transitado por un arduo proceso de selección, en donde muchísimas chicas quedaron eliminadas, generaba que ellas se lo tomaran con tanta responsabilidad a pesar de su edad.
Algo que me llamó la atención, y que tal vez fue por prejuicio personal influenciado por lo que sucede en el fútbol femenino uruguayo, es que su equipo recibiera apoyo gubernamental. “Esto también es un incentivo para ellas”.
Finalizado el entrenamiento, las jugadoras, el entrenador, la fisioterapeuta y demás personas que integraban el equipo, hicieron un ritual de unión entre religiones en el que decían unas palabras mientras se tomaban las manos. En Ghana, entre el 60% y 70% de la población es cristiana, aunque convive de buena manera con otras religiones.
Regresamos al hotel, donde a las 19:30 tenían la cena servida, a la cual me invitaron. Allí nos sacamos algunas fotos a pedido de ellas, y conversamos otro poco. Su inglés era muy diferente al mío, y a ellas les resultaba muy difícil el español, aunque algunas aprendieron a decir: “hola que tal” y parecían felices con eso. “Somos como hermanas” me dijo una de las jugadoras durante la cena, en respuesta a mi pregunta sobre cómo se llevaban tantas chicas conviviendo tantos días. Otra agregó: “vinimos a ganar pero también nos estamos divirtiendo mucho, somos muy unidas”. Pasadas las 20 horas comenzaron a retirarse del salón en donde cenamos, para dirigirse a sus habitaciones. Su itinerario decía que a las 21 debían tener las luces de su habitación apagadas. Me saludaron muy contentas y se fueron, y luego de despedirme de las demás personas del equipo, me retiré del hotel.
En esta ocasión, no fue suficiente para las jugadoras de Ghana su gran desempeño en la cancha, sus exigentes entrenamientos, su concentración y dedicación para alcanzar el triunfo. Quedaron eliminadas por penales contra México, en cuartos de final. A pesar de que esta selección hizo todo para cumplir su objetivo, también disfrutaron el camino. Y creo que a su edad, es uno de los mayores beneficios que pueden obtener de una experiencia como un mundial de fútbol.
Por Ana Sofía Ferreira
Voluntaria del mundial femenino – Estudiante de comunicación de la FIC - UDELAR