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Copa América 1920

El 26 de setiembre de 1920, Uruguay conquistó una nueva edición de la Copa América y, con tres títulos en apenas cuatro presentaciones, mantenía su condición de seleccionado más poderoso y laureado del continente.

Por primera vez, el torneo se llevó a cabo en Chile, en Viña del Mar, con los mismos combinados que competían desde 1916: la Celeste, Argentina, Brasil y los trasandinos.

PLANTEL. Uruguay volvió a confeccionar un gran plantel, con varios de los mejores futbolistas de Sudamérica, pero con un par de resonantes ausencias: Héctor Scarone e Isabelino Gradín, ambos por distintas causales. En el caso del primero, se debió a asuntos de índole personal.

Así y todo, contar con Juan Legnazzi (Peñarol), Manuel Beloutas (Universal), Antonio Urdinarán (Nacional), Domingo Tejera (Wanderers), Alfredo Foglino (Nacional), Pascual Ruotta (Peñarol), Alfredo Zibechi (Nacional), Andrés Ravera (Peñarol), Sebastián Marroche (Reformers), Armando Zibechi (Wanderers), Pascual Somma (Nacional), José Piendibene (Peñarol), Ángel Romano (Nacional), Antonio Campolo (Peñarol), José Villar (Universal), José Pérez (Peñarol) y Carlos Scarone (Nacional) no era un lujo que muchos se pudieran dar.

Los delegados fueron Mario Lúgaro, Gerardo Sienra y Gustavo Bascuas; el masajista por primera vez fue Ernesto “Matucho” Fígoli, quien estaría tres décadas junto a las delegaciones celestes y presente en los cuatro títulos mundiales orientales; el referee fue Martín Aphesteguy y el auxiliar, José P. Zuazú.

Como siempre hasta ese entonces, el formato no varió: una rueda todos contra todos resultando campeón aquel que sumara más puntos.

EL TORNEO. El 11 de setiembre, el local y Brasil rompieron el hielo ante más de 15.000 espectadores y con arbitraje de nuestro compatriota Aphesteguy.

Los norteños, que eran los vigentes campeones sudamericanos, se impusieron 1-0 con tanto de Alvariza a poco de comenzado el segundo tiempo.

El día 12, el calendario determinó que aquel duelo que, por lo general, se jugaba en la última fecha del fixture y que hacía las veces de “petit final” entre uruguayos y argentinos, concitara la atención del continente ya de entrada.

Una victoria podría encarrilar al título a cualquiera de las dos selecciones o, en el peor de los casos, dejar su chance seriamente comprometida.

Sin embargo, aquel día ante 15.000 aficionados en las tribunas del Estadio Sporting, todo quedó a mano con el 1-1 final y con el arbitraje del chileno Francisco Jiménez.

Legnazzi; Urdinarán, Foglino; Ruotta, Zibechi, Ravera; Somma, Pérez, Piendibene, Romano y Campolo alinearon por los orientales, mientras que los albicelestes también mandaron los “tanques” a la cancha con Tesoriere; Cortella, Bearzotti; Frumento, Dellavalle, Uslenghi; Calomino, Libonatti, Badalini, Echeverría y De Miguel.

Todo comenzó de la mejor forma para los celestes ya que, a los 8´, Piendibene adelantó al bicampeón. Anteriormente, Bearzotti había salvado la apertura in extremis restando de cabeza en las cercanías del arco cuando el gol charrúa era un hecho.

El resto de la etapa inicial fue pareja, controlando un poco más el juego los nuestros merced a la ventaja mínima en el marcador.

En el complemento, la reacción argentina no se hizo esperar, pero Legnazzi se erigió en figura con tapadas providenciales, entre ellas un penal a Calomino.

Al final, sobre los 75´, un disparo de Badalini estampó la igualada definitiva. Los hermanos rioplatenses sellaron la paz con el 1-1 en un partido de trámite discreto, pero emotivo.

El 18 de setiembre, en el choque de líderes e invictos, sobrevino la que, hasta hoy, es la máxima goleada de la historia de Uruguay sobre Brasil y una de las peores de la escuadra norteña: 6-0, con el arbitraje del local Carlos Fanta, un referee reconocido en el continente.

Alinearon por los orientales Legnazzi; Urdinarán, Foglino; Ruotta, Zibechi, Ravera; Somma, Pérez, Piendibene, Romano y Campolo.

Unos 10.000 aficionados vieron como el 3-0 de la primera mitad dejaba prácticamente sentenciada la contienda. La diferencia futbolística era marcada a favor de los celestes.

Cuando la presión en campo rival de Uruguay era asfixiante, el “Loco” Romano abrió el marcador a los 25´ tras recepcionar un centro de Campolo.

No desfallece la Celeste buscando liquidar el pleito, sigue arreciando en ofensiva y, a los 39´, Antonio Urdinarán decretó el 2-0 de penal. Pérez, a los 44´, sumó el tercero al aprovechar un rebote del arquero brasileño Kuntz, quien era el que más hacía para evitar la goleada en contra de su combinado.

En el segundo tiempo, Campolo y, nuevamente, Romano y Pérez en apenas 17´, sellaron el resultado final: 6-0. 

“Frente al match terminado, la impresión es de asombro. El resurgimiento inesperado y categórico de la hueste uruguaya, sorprende y hasta anonada. (…) Los uruguayos vencieron sin extremar mayores energías. El triángulo defensivo, como compensación, descansó esta vez. Legnazzi, requerido contadas veces, mantuvo invicto su arco con relativa facilidad. (…) Los backs, correctos. Urdinarán superó a Foglino, por su actividad, pero los dos respondieron sin fallas. Ravera volvió a descollar, ayudando con especialidad a Campolo. Zibechi y Ruotta, reaccionaron”, analizó el diario “El Siglo”. 

El 20 de setiembre llegó otra buena noticia: Argentina y Chile empataron 1-1, lo que le dejaba servido el título a los nuestros en caso de una victoria ante el dueño de casa. Un día antes de aquel cotejo decisivo, el 25 de setiembre, los albicelestes doblegaron 2-0 a Brasil y treparon un punto por encima de los charrúas, haciendo indispensable el éxito para campeonar.

Sin embargo, no iba a ser sencillo: apoyados por su parcialidad, los trasandinos apenas habían perdido con los norteños y demostraron coraje para restarle una unidad a la poderosa Argentina.

Sin necesidad de cambiar, Uruguay mantuvo el once: Legnazzi; Urdinarán, Foglino; Ruotta, Zibechi, Ravera; Somma, Pérez, Piendibene, Romano y Campolo.

Y fue una lucha ante casi 20.000 espectadores y con referato de Fanta. Sí, aunque parezca curioso: arbitró un chileno a su propio combinado en un cotejo decisivo, pero con la particularidad de que su Selección no se jugaba más que el honor.

Romano señaló la apertura a los 37´, igualando Aurelio Domínguez a los 60´. Sin embargo, cinco minutos más tarde, el “Botija” Pérez abrió las puertas de la consagración.

“Una vez más, nuestros compatriotas han conquistado el título de campeones sudamericanos de football, manteniendo bien alto los prestigios de nuestros colores. Nuestros footballers, conscientes de la responsabilidad que habían asumido, supieron responder a la confianza en ellos depositada, venciendo como buenos-ya que, lejos de la patria, sin contar con el aplauso alentador de sus connacionales-lograron imponerse a sus poderosos rivales en una forma que no deja dudas sobre la justicia del título conquistado. Si las performances producidas por nuestro equipo ante las escuadras argentina y brasilera, llegó a satisfacer a los `amateurs´ por la superioridad que evidenció ante sus rivales-en el match del domingo, frente al valiente conjunto chileno-que, a no dudarlo, ha sido el adversario más poderoso-y en el que logró imponerse nuevamente, mejorando en mucho sus performances anteriores, debe haber convencido por completo hasta al más exigente”, celebró “El Siglo”.

A la hora de analizar a los campeones en el juego final, no dudó. 

“Legnazzi fue en Chile lo que nos hacía presumir su brillantísima actuación en el arco de Peñarol. (…) Tuvo intercepciones brillantísimas y ni una sola vez falló en sus esfuerzos. Foglino, el hombre seguro de siempre. Allí donde los medios físicos le fallan, no le faltan nunca los recursos de su gran experiencia. Urdinarán, la gran figura de este certamen. Con derroche de energías, con un corazón enorme, fue ayer, como en todos los matches, la barrera más formidable a las pretensiones adversarias. Ravera, el más regular de nuestros halves, ha sido la revelación del año. Frente a los chilenos actuó sin desfallecimientos. Zibechi hizo lo contrario del match contra argentinos. No tuvo un comienzo muy feliz, pero luego, afirmándose resueltamente, fue el centro-half hábil e inteligente que hemos aplaudido tantas veces. Ruotta aflojó un poco en este encuentro, bien que derrochara energías. Con todo, no llegó a defeccionar. Somma hizo ayer su mejor partido. (…) prodigó los centros. Pérez, guapeó y tiró al arco. Era el hombre indicado para el match de ayer. Además, hizo el goal del triunfo. Piendibene, muy bien. Dirigió la línea con singular acierto y shoteó muchas veces. Solo una extrema buena suerte de sus adversarios frente a sus intentos, no hizo de él un `scorer´. Romano, el marcador de goals del team. Ayer, como en los anteriores matches, fue quien abriera el score. Con Piendibene se entendió de maravilla y a Campolo brindó excelentes oportunidades de centrear. Fue tal vez el mejor forward. Campolo, sin llegar a la altura de su actuación brillantísima en el encuentro anterior, fue en el field una figura destacada”, publicó.

Fanta, el juez, dirigió sin una falla.

DESTAQUE. Antonio Urdinarán fue el mejor futbolista del torneo y Romano y Pérez, con tres anotaciones cada uno, los máximos scorers del certamen.

Plantel – Club

 

Manuel Beloutas – Universal

Antonio Cámpolo – Peñarol

Alfredo Foglino – Nacional

Juan Legnazzi – Peñarol

Sebastián Marroche – Reformers

José Pérez – Peñarol

José Piendibene – Peñarol

Andrés Ravera – Peñarol

Angel Romano – Nacional

Pascal Ruotta – Peñarol

Carlos Scarone – Nacional

Pascual Somma – Nacional

Domingo Tejera – Wanderers

Antonio Urdinarán – Nacional

Juan José Villar – Universal

Alfredo Zibechi - Nacional

Armando Zibechi - Wanderers

Plantel